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«La detención ya es historia. Ahora hay que conseguir que el día del juicio sea condenado, y si es posible a la mayor pena». Un alto mando de la Guardia Civil resumió ayer con esta frase el sentimiento que prevalece desde el lunes en el Cuerpo: lo más complicado se ha conseguido, pero hay que seguir trabajando para recoger la mayor cantidad de indicios contra Alejandro de Abarca.

Una de esas pruebas inculpatorias sería demostrar que el dinero que el preso llevaba encima -unos 60 euros en billetes de 20 y de 10- era de Ana. Es decir, que se lo robó a la joven rumana el lunes en que fue secuestrada.

Análisis

Para confirmarlo, los agentes de la Policía Judicial están analizando los billetes a fin de encontrar huellas de la víctima.

El día de su detención en Selva, el acusado vestía con unas bermudas de color crema, camiseta roja y unas zapatillas tipo John Smith. Además, llevaba una mochila que contenía el citado dinero, una maquinilla para afeitarse, una muda de ropa, una gorra azul y otros enseres.

Alejandro estaba raramente aseado para ser un fugitivo que llevaba casi una semana huyendo de las fuerzas de seguridad, por lo que los agentes sospechan que pudo ducharse y afeitarse durante estos días, así como cambiarse de ropa.

La casa de Muro del preso adonde supuestamente condujo a la fuerza a Ana también ha sido registrada de forma minuciosa por la Policía Científica, a fin de buscar indicios de que la joven rumana estuvo retenida allí o incluso fue asesinada en esas dependencias. El Ford Fiesta antiguo y de color blanco con el que se movió por Mallorca Alejandro, durante al menos unos días, no ha aparecido y también sería importante para los investigadores dar con él. Precisamente en ese vehículo, Alejandro recogió el sábado a una motorista que se había quedado tirada en un camino secundario de Muro. La mujer, de mediana edad, no sospechó de él hasta que reparó en su rostro, que había sido difundido por todos los periódicos y televisiones, y en el gran tatuaje en uno de sus brazos. Parece ser que el sospechoso notó el nerviosismo creciente de la mujer, porque se acercó al margen de la carretera por su margen derecho, para que ella no pudiera saltar y huir.

Al final, afortunadamente para su integridad, la señora pudo escapar del coche y pidió auxilio, en estado de gran nerviosismo. Los investigadores no dudan que las intenciones de Alejandro eran siniestras y que la mujer podría haber corrido la misma suerte que Ana de no haber reconocido al conductor.

Frío y tranquilo

Alejandro ha pasado dos días en las celdas de la Comandancia de la Guardia Civil y durante todo este tiempo se ha mostrado «frío y muy tranquilo», según las fuentes consultadas por este diario.

El detenido es un preso experimentado, que tiene fama de no colaborar nunca con las Fuerzas de Seguridad, y con un amplio historial delictivo a sus espaldas. «Con este panorama es complicado sacarle algo», agregaron ayer tarde las mismas fuentes, que no descartaron que la Policía Judicial intentara un nuevo interrogatorio, antes de entregarlo al juez de Inca por la mañana.

Hasta el momento, la Guardia Civil cuenta con varios testimonios claves para implicar a Alejandro en los hechos. El primero, y de más peso, es el de una prostituta que vio atada a Ana en la parte trasera del Audi, aunque no lo denunció hasta el martes, por miedo. Luego está la declaración del empleado de una gasolinera de Muro que reconoció al preso comprando 5 litros de Súper 95. También hay un vídeo de un banco que al parecer graba a Alejandro al volante del Audi.