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JAVIER JIMÉNEZ «Es mucho dinero para los pobres y poco para los ricos». G.T., el principal perjudicado en Mallorca por la estafa con la mina de oro en Rusia, responde de esta manera cuando le recuerdan que ha perdido una fortuna.

El alemán, que reside en un núcleo turístico próximo a Palma, concedió una entrevista a Ultima Hora para explicar cómo Dividium le estafó la citada cantidad de dinero. «Cuando conocí a Joseph Blahsack -el 'cerebro' de Dividium Capital- no sabía que había estado en la cárcel en Alemania, cuatro veces», matiza el inversor. Blahsack abrió una oficina central en Londres y otra en Londres. Después, cuando los tentáculos de Dividium se internacionalizaron, recaló en Mallorca y montó en Peguera una sede.

Primer contacto
El millonario residente en Mallorca tuvo conocimiento de que los brokers de Dividium ofrecían unos dividendos altísimos y contactó tuvo un primer encuentro con Blahsack, del que se llevó una buena impresión. «Era operaciones en Bolsa a corta plazo, especializadas en productos naturales, en concreto oro», cuenta. El dueño de Dividium le mostró planos de una mina aparentemente real ubicada en Siberia, de una extensión de unos 40 kilómetros cuadrados.

«Me mostró el mapa de la mina, en el que aparecen cuatro explotaciones distintas que se han hecho desde el año 1935. Él contó que todos los escombros, unos 145 millones de residuos, seguían amontonados en montañas y que en el interior había oro. Compró esos montones inmensos de tierra removida y el negocio estaba en buscar el oro allí».

G.T. empezó invirtiendo cantidades modestas, porque no quería arriesgar demasiado en un negocio que comenzaba, y cobró puntualmente suculentos beneficios. Sus expectativas fueron creciendo y a medida que más ganaba, más invertía en Dividium. «Su nombre venía de Dividir, porque íbamos en teoría al 50 por ciento de beneficios», sostiene con un toque irónico G.T.

Hace unas semanas, la empresa dejó de repartir ganancias, alegando en un principio problemas informáticos. Después se destapó el escándalo y se descubrió que se trataba de una estafa internacional millonaria, de unos 33.000.000 de euros. Desde entonces, G.T. no tiene ni idea de qué ha pasado con su dinero, y no alberga demasiadas esperanzas de recuperarlo: «Al principio todo parecía muy claro, ahora veo que no era así», se lamenta.

Como G.T., en Mallorca y Eivissa, hay al menos otros 17 afectados, aunque han perdido cantidades muy inferiores a las del millonario afincado en el núcleo turístico. Blahsack sigue en la capital estonia, Riga, y al parecer se ha cursado una orden de detención internacional contra él.