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Una prostituta y su cómplice se enfrentan a una petición de pena de once meses cada uno por un delito de extorsión. En abril del año pasado, la meretriz concertó una cita con un cliente a las dos de la madrugada en un hotel del Paseo Marítimo.

De acuerdo con la versión de la fiscal, ambos mantuvieron relaciones sexuales y consumieron alcohol y drogas. Cuando terminó el acto, del armario de la habitación salió un hombre, cómplice de la meretriz, con una cámara. Éste amenazó al cliente con difundir las imágenes del servicio sexual a sus familiares y amigos si no le pagaba 20.000 euros. El cliente se negó al chantaje y llamó a un amigo y a su padre para salir de la situación. A pesar de la negativa, la pareja acusada continuó la extorsión y requirió el pago varias veces por teléfono, según declaró la víctima ante la juez.

La versión de la pareja es opuesta. Según declararon ambos, es cierto que la víctima concertó un servicio sexual con la acusada. Ésta ya le conocía de otros encuentros en los que el cliente se había comportado de forma violenta. Como tenía miedo a que se reprodujeran estos incidentes, habló con una amigo suyo para que se escondiera en la habitación por si ella tenía que pedir ayuda. De acuerdo con esta versión, la discusión que tuvo lugar tras el servicio se limitaba a reclamar el precio pactado.

En el juicio se mostraron varias fotografías del encuentro sexual que, según la Fiscalía, demuestran el chantaje. Para la defensa se trata de «imágenes normales de una pareja en la habitación».