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JULIO BASTIDA Un crupier debidamente uniformado y con voz seria e impasible lanza aquella mítica frase propia de los films cinematográficos: Hagan juego señores, hagan juego. En ese momento, los numerosos participantes de las partidas clandestinas del casino ilegal ubicado en la calle Lisboa, en la Platja de Palma, se disponían a jugarse miles y miles de euros a la suerte de una ruleta o al capricho de unas cartas de póker.

La apariencia del local era muy discreta y se disimulaba fácilmente con un bar de copas. El mecanismo de entrada era relativamente sencillo. Dos salas comunicadas entre sí, con una puerta enmoquetada y sobre ella una máquina tragaperras y un timbre. Se desconoce por el momento si para entrar se precisaba de invitación o se debía facilitar una contraseña.

El propietario del local que resultó detenido por agentes del Cuerpo Nacional de Policía era un ciudadano alemán que había transformado ilegalmente el local en un salón de juegos y casino.

Una ruleta, tres tapices de tela verde, fichas de colores, 40 barajas de cartas de póker, monitores de ordenador y un expulsador de cartas. El local estaba dotado de una lista de socios para permitir la entrada a los mismos sin tener que pasar por controles estrictos.

Durante la operación 'Dominó' la Policía descubrió que la apuesta máxima permitida era de 7.000 euros y los premios eran pagados en metálico.
El responsable del clausurado casino ilegal de s'Arenal, se enfrenta a una importante sanción económica que podría ascender hasta los 600.000 euros. La Conselleria d'Interior del Govern Balear a instancias policiales mantiene abierto un proceso de investigación para recabar toda la información necesaria y sancionar conforme a la legislación de la Ley del juego.

El póker era una de los juegos predilectos del casino, por ello nos remontamos al antecedente más antiguo, se dice que fue en China, en el año 969 DC. El emperador Mu-tsung jugaba con su esposa a un juego conocido como 'dominó de cartas' en la víspera de año nuevo, que poseía reglas similares al póker. Nadie pensó que el juego inventado por el emperador acabaría en la Platja de Palma, con varias personas detenidas.