Dos agentes de la Policía Local de Llucmajor observan cómo dos vehículos de asistentes dan media vuelta al percatarse de su presencia. Foto: E.L.V.

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EMILIO LÓPEZ VERDÚ

Las policías locales de Llucmajor y Palma y la Guardia Civil impidieron la celebración de la macrofiesta convocada en una finca de s'Arenal, a la que estaba previsto que asistiesen más de mil jóvenes a lo largo del día de ayer.

Los agentes se apostaron desde las 06.00 horas en el Camí de Sa Cova, a la espera de la llegada de los primeros invitados. En un comienzo sólo se presentaron coches de organizadores y empleados contratados para la fiesta. Sin embargo, a medida que los 'afters' de la Isla iban cerrando comenzó a llegar una marea de coches de jóvenes. Los agentes les daban el alto y les informaban de que no podían pasar.

A pesar del despliegue policial, muchos jóvenes optaban por aparcar en la carretera e intentar acceder a pie hasta la finca, donde comenzaba a sonar la música a todo volumen. Otros, directamente, daban media vuelta en mitad del camino al observar a lo lejos el despliegue policial, en el que participaron unos 20 agentes.

Entre los jóvenes había muchos que llegaban con copas de plástico en la mano, caras fatigadas y ebrios tras una noche de celebración.

A mediodía se presentó el organizador de la fiesta y aseguró a la policía que todo era legal. Un grupo de policías locales ya guardias civiles accedió entonces al interior de la finca, donde realizaron una inspección de unos 20 minutos y se cercioraron de que el arrendatario carecía de la licencia de actividad oportuna. De igual modo, se comprobó que el dueño de los terrenos anexos no tenía el permiso para facilitar el aparcamiento a los cientos de coches que se esperaban.

El despliegue policial se mantuvo hasta bien entrada la tarde, ya que se había propagado el rumor de que la fiesta se había pospuesto varias horas, a la espera de que los policías se retirasen.

A pesar de que la celebración quedó abortada, existe una nueva convocatoria para el Día de Reyes.

Al advertir la presencia policial, los encargados de la fiesta salieron de la finca con la intención de persuadir a los agentes. El organizador, de nacionalidad italiana, se enfrentó con varios policías y llegó a afirmar que conocía a todos los invitados, ya que se trataba «de una fiesta privada para mis amigos». Un mando policial le indicó entonces que existían sospechas de que se trataba de «una fiesta pública con tickets a la venta».

Otro de los encargados puso obstáculos a la policía cuando le pidieron permiso para acceder a la finca y realizar una inspección, aunque finalmente les permitió el paso.