En el´polígono de Can Valero el desastre fue mayúsculo: volaron los tejados de algunas naves y decenas de coches quedaron destrozados. Foto: SEBASTIÀ AMENGUAL

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JAVIER JIMÉNEZ Oscureció. Una gran nube negra entró por la bahía, cubrió Palma y desató el desastre. En Sólo quince minutos la capital balear padeció un calvario. Las consecuencia de la tormenta huracanada han sido catastróficas: una veintena de heridos, uno de ellos crítico; cientos de coches dañados; miles de árboles arrancados; torres de alta tensión derribadas; ventanas reventadas; naves industriales devastadas; caos histórico de tráfico; escapes de gas; inundaciones; torrentes a punto de desbordarse; colegios afectados; el estadio de Son Moix con el techo destruido; parte del psiquiátrico evacuado; accidentes múltiples; incendios en casas: retrasos en el aeropuerto y hasta una rissaga en Alcúdia.

Y todo esto sin ningún anunció que alertara, aunque fuera poco antes de la gran tormenta, de lo que se avecinaba sobre la Isla. ¿Quién falló?, ¿Por qué no se activaron los mecanismos para alertar a la población?. Ayer fue el día del caos; hoy es el turno para pedir explicaciones. Que nos las merecemos.