El pequeño, que se encuentra hospitalizado en Son Dureta, tiene que ser alimentado por una sonda. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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JAVIER JIMÉNEZ El pequeño Carlos permanece estable en Son Dureta pero Margalida, su madre, explicó ayer que los médicos todavía no saben si le quedarán secuelas. El accidente, que le pudo haber costado la vida al menor, ocurrió sobre la una de la tarde del lunes, cuando Carlos y sus compañeros de 'escoleta' fueron trasladados al comedor, que se encuentra en la escuela de primaria. En un descuido de la ciudadora el niño se acercó a un pequeño armario y cogió una taza que contenía sosa cáustica, procedente de un potente detergente industrial utilizado en la limpieza. Se la llevó a la boca y, de repente, empezó a sentirse mal. Los encargados del centro, en un primer momento, no sabían lo que había ocurrido y después llegaron a la conclusión de que había bebido parte del contenido de aquel vaso.


Rápidamente se movilizó a una ambulancia Uvi-móvil, ya que existía el riesgo de que la sustancia corrosiva hubiera abrasado el esófago del menor. En ese caso, cada minuto era importante. El pequeño llegó por fin al área materno-infantil de Son Dureta y los médicos lo intervinieron de urgencia. «Le hicieron una endoscopia y le colocaron una sonda por la nariz porque tendrá que estar unas cuatro semanas sin ingerir alimentos por la boca. Lo que más nos preocupa es si le quedarán secuelas. Nosotros esperamos que todo vaya bien, ha sido un susto tremendo», manifestó la madre.

«Fue muy duro ver a mi hijo con la boca deformada, la lengua con mucosa y que no podía hablar. Fueron momentos terribles», añadió. La regidora de Mancor, Marga Pocoví, se ha puesto en contacto con la familia del menor para interesarse por su estado y la directora del centro de Mancor también llamó ayer a la madre. «El problema no es de las dos cuidadoras que vigilan a los niños; el problema es de la directora que permite que en la parte de abajo de un fregadero, al alcance de los niños, haya productos peligrosos. Encima, sólo estaban tapados por una cortina. Ahora me ha dicho que los han cambiado de ubicación y los han subido a una estantería, para que no lleguen, pero yo creo que esos productos no deberían estar cerca de los niños», opinó la madre.

La mujer explicó que Carlos hace un año que acude a la 'escoleta' y que en este período de tiempo no ha tenido ningún problema. «Con lo que ha pasado ahora, sin embargo, no descartamos emprender acciones legales. Depende de la evolución de mi hijo. Si en cuatro semanas puede volver a comer con normalidad y no le quedan secuelas lo más seguro es que intentemos olvidar todo este asunto. Sin embargo, si le quedan secuelas es probable que pongamos una denuncia», arguyó.