El interior de la vivienda quedó devastado por las llamas en poco tiempo. Foto: VASIL VASILEV - BOMBERS - JAVIER JIMÉNEZ

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JAVIER JIMÉNEZ Los ladridos desesperados de un perro fueron los que, a las cuatro de la madrugada, alertaron a los vecinos de la calle Molí des Comte, en Establiments. Los vecinos que se asomaron por la venta vieron entonces que la casa rotulada con el número 64 se había convertido en una tea.

El dispositivo de emergencia lo puso en marcha el 112 y una de las primeras personas en llegar a la vivienda fue un bombero que, casualmente, vive a pocos metros de aquella dirección. Había tanto fuego que tuvo que esperar a sus compañeros. Cuando las otras unidades llegaron se encontraron con que la puerta principal, que ardía, estaba abierta y subieron al piso superior en busca de los inquilinos. Los vecinos, a pie de calle, aseguraban que dos hermanos ancianos -Miquel y Maria Roca Mir- habían quedado atrapados en el interior, por lo que los bomberos actuaron contrarreloj. En la planta superior, en efecto, apareció el varón, de 79 años, en estado crítico pero todavía vivo. Lo sacaron a la calle, donde el personal de una ambulancia intentó reanimarle. Media hora después falleció. El cadáver calcinado de su hermana fue descubierto en la planta baja, en un cuarto junto a la sala. No se había movido de la cama, lo que hace pensar a los investigadores que no se enteró de que su casa ardía y que el humo la asfixió. Luego las llamas consumieron parte de su cuerpo. En la vivienda había gran cantidad de basura y enseres de todo tipo, lo que facilitó que el incendio se propagara por todas las dependencias con relativa facilidad. «No está claro si sufrían el síndrome de Diógenes, pero había muchísimos papeles, revistas, periódicos, cajas y bolsas por todas partes. Los vecinos han contado que ella tenía problemas de movilidad y él de memoria, lo que podría explicar el estado de la casa», opinó un portavoz policial.