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«Fue una concatenación de errores que costó la vida a 583 personas en un día aciago para la historia de la aviación. El choque del Jumbo de la KLM contra el de la Panam fue algo que nunca olvidaré por todo lo que sucedió, lo que viví en plena pista y por el comportamiento de todos los que colaboramos en las labores de rescate y ayuda», explica Tomás Cano, que el 27 de marzo de 1977 era el jefe de escala en el aeropuerto tinerfeño de Los Rodeos de la compañía Spantax.

Hoy se celebra el 30 aniversario de un accidente aéreo, el mayor de la historia de la aviación civil, que cambió a partir de entonces todo lo relacionado con la seguridad aérea.

Cano, en el momento de la colisión, 17.06 horas, estaba esperando la llegada de aviones desviados desde Las Palmas a causa de una bomba. «Tenía la oficina enfrente de la pista y ví llegar a los dos Jumbo. A eso de las 14.00 el aeropuerto se cubrió de una intensa niebla que impedía la visión. Yo seguí con mi trabajo, hasta que oí una fuerte explosión. Cogí el coche, junto al director del aeropuerto, y nos dirigimos al lugar del incidente. Lo que vimos allí nos impactó, pero la reacción que hubo de todo el personal fue encomiable», explica.

El presidente de Spantax, Rudy Bay, le manda a Cano que sea el hombre de enlace con la Panam para colaborar en las labores de repatriación. «Fue encomiable la respuesta de la población tinerfeña, porque todo el mundo quiso colaborar en una jornada dantesca para la que no estábamos preparados, pero respondimos», afirma.