Dos chicos de la barriada implicados en el tumulto del pasado sábado explican su versión de los hechos. Foto: J.R.

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EMILIO LÓPEZ VERDÚ
«Nosotros no somos ninguna banda, somos gente de Son Oliva y estamos defendiendo nuestro barrio, pero es que la situación está caliente, muy caliente; porque se ha abierto una herida, y es como si te metieran el dedo en la llaga cada día». De este modo, en ocasiones radical, se expresa uno de los jóvenes implicados en el tumulto del pasado sábado en el parque de sa Fertilitzadora. Dos de ellos aceptaron hablar para Ultima Hora sobre su papel en el tumulto del pasado sábado y acerca de la situación que se está viviendo en los último días en las barriadas de Son Oliva y Son Costa. «Desde siempre nos hemos reunido la gente del barrio en el parque, pero el pasado mes de marzo nos encontramos con un grupo de 20 personas que nos querían cobrar cuatro euros por entrar en el parque», comenta uno de ellos. «Nos negamos y unos veinte chavales nos rodearon. A mí me pusieron una navaja en el cuello, me rompieron un dedo, me golpearon en la cabeza con un bate de béisbol, que el jefe de ellos sacó de una gabardina».

Los jóvenes explican que este primer incidente provocó denuncias e incluso detenciones, pero en los meses siguientes hubo, al menos, dos enfrentamientos más entre los jóvenes de la barriada y un grupo de latinos. La situación explotó inesperadamente el pasado sábado, cuando un joven del barrio recibió una paliza en el parque situado junto a la gasolinera de Son Oliva y le rompieron un brazo. Desde ese instante, la noticia voló sobre las barriadas de Palma en una onda expansiva sin freno. «Vinieron de Son Roca, vinieron de sa Vileta, de Korea, de Son Forteza». Uno de ellos explica que quedaron de muchas maneras: por teléfono, de «marcha» en la misma noche del viernes, por Internet. En caso es que al día siguiente se juntaron más de 200 personas en la plaza, con la intención de echar a los pandilleros del parque. «No vamos a mentir. Nosotros también llevábamos armas. Si ellos cogen un palo, nosotros cogemos un palo», afirma uno de ellos. Entre el arsenal que llevaban los jóvenes congregados en las inmediaciones del parque había hachas, latas de gasolina, azadas e incluso palos de golf, aunque casi todo acabó debajo de los coches, apenas llegó la policía. «Cuando llegamos allí no sólo éramos chavales, también bajaron padres y gente mayor de la barriada. Hubo una estampida y la pandilla huyó, incluso saltando las vallas del parque. En Son Forteza, al cruzar el puente sobre las vías del tren, las 'lecheras' de la policía nos cortaron el paso y nos golpearon, pero hubo gente que les siguió corriendo hasta Son Gotleu», prosigue. Desde entonces, la policía ha comenzado a vigilar para evitar nuevos incidentes, pero los jóvenes se muestran muy escépticos. «El problema es que esto no es una pelea de patio de colegio. Tenemos miedo de que el primer día que se marche la policía todo esto vuelva a empezar, y que sólo acabe cuando haya un muerto», dice uno de ellos.