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LLUC GARCÍA/AGENCIAS
Nadie se explica en Sóller el terrible crimen de Siobhan Kearney, una ciudadana irlandesa que desde hacía varios años regentaba con su marido el lujoso hotel Salvia, en la calle de La Palma de la localidad.

El cuerpo de Siobhan fue hallado en su vivienda de Goatstown, un lujoso suburbio de Dublin, el pasado miércoles. El cuerpo fue encontrado por un familiar en el dormitorio, que estaba cerrado. El cadáver se hallaba a pocos pasos de un cable de aspiradora y con evidentes síntomas de estrangulamiento. Todo parece indicar que el crimen se cometió el martes por la noche, aunque no fue hasta el día siguiente cuando la noticia se hizo pública.

La policía inició una investigación y detuvo a un hombre de 49 años como sospechoso por el crimen. Sin embargo, pocas horas después quedó en libertad sin cargos por falta de pruebas. Los forenses realizaron ayer la autopsia del cuerpo, aunque se negaron a hacer públicos los resultados.

Las líneas de investigación, según se apuntó de manera extraoficial, apuntaban a su marido y a otro hombre del que se divorció hace varios años, aunque no hay ningún dato más concreto.

La noticia del crimen llegó a Sóller el mismo miércoles, cuando una de las hermanas de la víctima telefoneó al hotel Salvia, ubicado en el edificio conocido como Ca'n Pere Jordi, para comunicar el terrible suceso a la encargada del establecimiento. En principio no se informó de las causas de la muerte, aunque la noticia se extendió al cabo de varias horas entre los vecinos.

La primera reacción fue paralizar las obras de acondicionamiento que se llevaban a cabo en el hotel, y que tenía prevista su reapertura el próximo mes de abril. La encargada, notablemente afectada, informó que Siobhan era para ella «como una hermana», aunque se negó a hacer más declaraciones a la prensa.

Siobhan Kearney llegó con su marido a Mallorca hace varios años y ambos se enamoraron de la localidad de Sóller, donde decidieron abrir un selecto hotel de lujo de seis habitaciones. Siobhan se encargaba personalmente de la cocina, y tenía un estrecho contacto con la clientela.

El establecimiento triunfó al poco tiempo de su apertura, siendo conocido por sus fiestas a las que asistían celebridades como la actriz Catherine Zeta-Jones o el multimillonario Richard Branson.