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EFE-PARIS
La muerte de 14 niños y tres adultos ayer en un incendio de un viejo edificio de París, habitado sobre todo por familias africanas, vuelve a poner el dedo en la llaga de la escasez de viviendas sociales o asequibles para la población con pocos recursos en una ciudad de fuertes contrastes. El incendio se inició hacia la medianoche en el hueco de la escalera a la altura de la planta baja, según la Fiscalía, que no se pronunció sobre las causas precisas del fuego aunque se decantó por descartar un cortocircuito. En cualquier caso, las llamas se extendieron por la escalera, única vía de evacuación del edificio, que se convirtió en una chimenea mortal. Muchos de los muertos -entre los que había cuatro hermanos- se asfixiaron al abalanzarse a la escalera, mientras que algunos de los 30 heridos -dos gravesse hirieron al saltar al vacío para escapar de las llamas. Los supervivientes de los 130 ocupantes de este edificio en el que la asociación caritativa Emmaus alojaba como inquilinos a familias en dificultades, en su mayor parte originarias del Africa negra y con un gran número de hijos, fueron evacuados a un gimnasio. El inmueble estaba en una situación límite de habitabilidad y ya se había declarado al menos un incendio, pero Emmaus se defendió de que se pudieran establecer comparaciones con la pensión de inmigrantes que ardió en el centro de París el pasado mes de abril, y en la que murieron 24 personas. La asociación puntualizó que entre 1995 y 1999 había reforzado el tejado y la estructura, y que tenía programada una rehabilitación que no se había podido efectuar porque no habían encontrado ninguna institución que quisiera realojar a los inquilinos durante la obra. El ministro de Empleo y Cohesión Social, Jean-Louis Borloo, increpado al ir a visitar el edificio siniestrado, anunció poco después un programa para crear «pensiones sociales» sobre el que se tomarán decisiones en los próximos días.