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Varios turistas y residentes mallorquines en la zona se preparaban ayer para recibir al huracán 'Emily', después de que las autoridades decretaran la alerta «anti ciclones», tal y como se denomina allí. Toni Martín trabaja en Playa del Carmen desde el pasado mes de febrero como instalador eléctrico para una empresa mallorquina, y vive en una vivienda particular con su mujer, María. «A partir de las dos de la tarde Protección Civil ha prohibido circular por las calles, así que todos estamos encerrados en nuestras casas esperando a que pase el huracán», comentó. Martín, que vive a unos 300 metros de la playa, destacó que como medida de protección ha pegado cinta en los cristales de las ventanas «para que no salgan como proyectiles cuando empiece a soplar el viento». Además, ya ha comenzado a hacer acopio de comida y agua, en espera de que la situación de alerta pueda prolongarse durante varios días.

A mediodía de ayer, la policía municipal y voluntarios de Protección Civil indicaban a las personas que se encontraban por la calle que se refugiaran en sus casas. Desde primera hora ya comenzó a ondear la bandera roja en las playas, a pesar de que lucía un sol espléndido. «Aquí comentan que si el huracán es tan fuerte como se espera, la marea podría subir dos o tres metros», señaló Martín, que tenía previsto volar hacia Mallorca ayer mismo, aunque finalmente su vuelo fue cancelado.

Martín destacó la tranquilidad con que la gente está recibiendo la llegada del huracán. «No se ve inquietud; la gente sigue yendo a lo suyo y la situación es muy tranquila», señaló.

Aún así, a media tarde el sol comenzó a taparse con las primeras nubes de la gran borrasca y el mar comenzaba a encresparse.

Ante la situación de alerta, las autoridades ordenarán cortes en el suministro de gas y electricidad y todos los servicios, incluídas las comunicaciones.

Esta situación también la está viviendo Celia Anaya, una turista que llegó a Cancún desde Mallorca hace dos días, en el último vuelo que llegó a Cancún. Todos los aviones siguientes se desviaron a Punta Cana, en la República Dominicana, por lo que Celia lamentó su «mala suerte».