El brutal impacto se produjo de madrugada en un tramo recto de ses Fontanelles. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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JAVIER JIMÉNEZ/PEP MATAS
Tres jóvenes mallorquines encontraron ayer la muerte en un tramo recto de Ses Fontanelles, en Can Pastilla, donde se puede circular como máximo a 60 kilómetros por hora. El turismo en el que viajaban se estrelló a gran velocidad contra un árbol y luego arrancó una farola. Sólo se salvó un cuarto ocupante, el único que llevaba el cinturón de seguridad.

Coloma Ramis Coll, de 28 años, pilotaba el vehículo de la muerte. Junto a ella iba Iván Méndez Carrasco, de 32, y en la parte trasera del Renault Clío se habían acomodado Patricia Fullana Picornell, de 25, y David Suñer Jiménez, de 31. A las cuatro y cuarto de la madrugada el turismo enfiló la recta de la calle Manuela de los Herreros i Sorà a gran velocidad y cuando se encontraba frente al Hotel Java, en dirección a Palma, perdió el control y se fue hacia la izquierda. La conductora dio un volantazo para enderezar el rumbo y el Clío, entonces, se subió a la acera del margen derecho.

Se llevó por delante un árbol, de un plumazo, y siguió su trayectoria mortal, directo hacia una farola. El segundo impacto fue, si cabe, más demoledor. Casi arranca el palo del alumbrado, que se desplomó sobre el capot. Lo que había sido un coche casi nuevo quedó, de repente, retorcido, irreconocible. Dos de los fallecidos salieron despedidos y quedaron sobre la calzada, inertes, mientras el cadáver de la conductora quedó atrapado. La Policía Local de Palma puso en marcha un dispositivo de máxima urgencia, en el que participaron dotaciones de la Unidad Nocturna, ambulancias del 061 e Insulares, así como bomberos de la Platja de Palma.

Cuando llegaron dos de los jóvenes ya habían fallecido y las tareas de reanimación de Coloma Ramis fueron igualmente inútiles. Iván Méndez fue el único que puede contarlo. El cinturón de seguridad le salvó la vida y fue ingresado en la clínica Juaneda con un latigazo cervical y contusiones en otras partes del cuerpo. Un milagro, teniendo en cuenta la suerte que corrieron sus compañeros y el estado en que quedó el coche. Can Pastilla vivió ayer una noche de pesadilla. Una de las peores de los últimos años.