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GUILLEM PICÓ/EFE

A medida que se iban sucediendo las noticias y trascendía el número de víctimas de la tragedia, la angustia se iba apoderando de los familiares de Maria Antònia y Antoni. Margalida Caldentey, madre de Maria Antònia explicó ayer que «no hemos dormido en toda la noche, estuvimos intentando contactar con ellos pero no hemos sabido nada hasta la cuatro de la madrugada. A esa hora hemos hablado con la embajada de allí y le he dicho los nombres de Maria Antònia y Antoni, y precisamente me ha dicho que estaban a su lado y se encontraban bien, después hemos hablado con ellos y nos hemos tranquilidazo un poco porque estábamos muy nerviosos».

Maria Antònia Puigrós Caldentey tiene 31 años, es natural de Manacor y trabaja de profesora de Catalán en la Escuela Universitaria Alberta Giménez de Palma. Antoni Martín Martínez es Psicólogo, natural de Valencia, pero trabaja en el colegio Madre Alberta desde hace unos años y reside en Palma. Ambos se casaron el pasado sábado 11 de diciembre en la iglesia de Porto Cristo. Dos días después salieron de viaje con destino a la idílica isla de Phi Phi, uno de los puntos turísticos más visitados de la provincia de Phuket, al sur de Tailandia, donde el maremoto ha causado 830 muertos.

La pareja debía regresar ayer hacia Mallorca, pero no lo podrá hacer hasta el próximo viernes. En declaraciones a la agencia Efe, Maria Antònia Puigrós y Antoni Martín, de 35 años, explicaron que tuvieron suerte de no alojarse en la primera fila de «bungalows» de la playa, que destrozó el mar con su furia.

El matrimonio se encontraba en unos alojamientos situados hacia el interior de la isla cuando, el domingo por la mañana, algo les llamó la atención y subieron al piso segundo del complejo, desde donde resistieron hasta tres «tsunamis».

Pasadas tres horas decidieron, junto a otras doce personas, subir a una de las montañas de la isla por temor a que lo peor estuviera por venir.

En un reducto selvático bien alto permanecieron catorce horas, hasta que consideraron que había acabado el peligro y acordaron regresar.

Ayer, una patrullera de la Armada de Tailandia los transportó a la vecina isla de Phuket, el principal destino turístico del país, en donde, con sus pertenencias perdidas, esperaban el primer medio de transporte para salir del país.