Las grandes llamaradas eran visibles de madrugada desde varios kilómetros. Foto: CONSELL DE MALLORCA

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Mil grados de temperatura y unas llamaradas colosales convirtieron en la madrugada de ayer la nave principal de Eroski Center Syp en Marratxí en 10.000 metros cuadrados de escombros. Nada escapó a un fuego que ha causado daños millonarios y que al cierre de esta edición seguía ardiendo, aunque ya bajo control.

El establecimiento de la cadena de alimentación se encuentra ubicado entre las calles Conradors y Ollers y de madrugada, a eso de las 3.50 horas, sólo había en el interior cinco trabajadores, entre encargados y personal de seguridad. En una de las esquinas se almacena el material de droguería y de repente unas llamas entre aerosoles y productos combustibles dispararon todas las alarmas: la nave empezaba a arder y todo hacía indicar que la extinción sería muy difícil. Bomberos de Palma, Inca, Llucmajor y Calvià acudieron en tropel, con más de quince camiones.

El polígono de Marratxí, tan silencioso durante la noche, cambió dramáticamente. Sirenas, destellos luminosos y coches circulando con urgencia daban a entender que la situación era, como mínimo, grave. Y en realidad era ya desesperada. El fuego se había extendido a una rapidez inusitada, impulsado por un intenso viento. A las cinco de la mañana las llamaradas se veían desde varios kilómetros y los bomberos sólo podían esperar a que se fuera quemando el contenido de la nave para que el fuego perdiera fuerza. A la iluminación de las llamas, envuelta en una espesa humareda, se unían detonaciones puntuales: sprays, aerosoles y hasta botellas de butano iban explosionando, a medida que el fuego las alcanzaba.

A pie de calle, el responsable de Eroski Center Syp, Santiago Izaguirre, numerosos empleados y todos los equipos de emergencia observaban impotentes como los escasos departamentos que seguían en pie se desplomaban. A las ocho el fuego había sido por fin controlado, pero en el interior seguía ardiendo. La Policía Judicial de la Guardia Civil de Llucmajor se hizo cargo de la investigación, pero los agentes no pudieron acceder a la nave porque el peligro era muy elevado. De hecho, hasta las doce del mediodía una humareda seguía cargando el ambiente y era tan imponente que en un tramo de la autopista de Inca, a la altura de Alcampo, el tráfico era lento porque los vehículos apenas tenían visibilidad.