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JAIME MOREDA Palma no escapó en la noche del sábado a las devastadoras garras del temporal. Desde primeras horas de la noche del sábado la lluvia y el viento no dejaron de arreciar con una fuerza inusitada durante toda la noche. Sin embargo, la situación mejoró a partir de la mañana de ayer, pero el mal ya estaba hecho.

Los vecinos se despertaron y comprobaron cómo las calles estaban inundadas, en el mejor de los casos, de hojas, que llegaron hasta el interior de los portales, mientras que decenas de árboles no pudieron resistir el empuje eólico y terminaron por derrumbarse. Además de los árboles, los mayores damnificados de la tormentosa noche fueron las vallas que protegen las innumerables obras existentes en Palma. Prácticamente todas amanecieron en el suelo y en algunos casos a varios metros de donde se encontraban emplazadas.

Efectivos del Parque de Bomberos, Policía Local, Cuerpo Nacional de Policía y Protección Civil trabajaron durante la noche del sábado y todo el domingo a destajo para poner orden en el caos generalizado.

Decenas de árboles fueron talados, ya sea porque se habían caído por el viento o porque corrían riesgo de hacerlo. Más de uno produjo importantes desperfectos en los coches aparcados en las cercanías. Uno de los desperfectos más impresionantes fue el sufrido en los campos de hierba artificial de Son Moix, en el que cayeron dos torretas de luz al césped.