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Pedro Calderón, de 76 años de edad, ha sido condenado en tres ocasiones por distintos juzgados de Palma por coacciones a su ex esposa, y en otra ocasión por desobediencia a mandamientos judiciales. Además, en una declaración ante el juez del Juzgado de Instrucción número 7, el condenado manifiesta que no cumplirá la orden judicial puesto que actúa 'según la Constitución'. La historia de este caso se inicia cuando se dicta una sentencia de separación, el 23 de noviembre de 1998, en la que se fija una pensión compensatoria que el hombre tiene que pasar a la mujer, y se le concede a ésta la asignación del uso de la vivienda familiar, en el término de Marratxí.

El hombre no quiere abandonar la vivienda y el juzgado lo tiene que obligar. Pero poco después colocó un candado en la verja de entrada a la finca, y otro en la puerta de la vivienda. Los hechos se denunciaron y Pedro Calderón fue condenado por coacciones. La condena se apeló y no fue estimada por la Audiencia. Poco después el hombre colocó otra cadena en el acceso al camino y de la denuncia se celebró juicio y fue de nuevo condenado y, también por segunda vez, la Audiencia confirmó la sentencia. Pero lejos de amilanarse el hombre dejó en la verja gran cantidad de material de obra impidiendo el paso al camino. El juez le apercibió de que lo retirara pero la orden no se cumplió y, de hecho, el material lo tuvo que retirar la Policía Local de Marratxí y un transportista.

Procesaron de nuevo al hombre y lo condenaron a nueve meses por desobediencia judicial. Durante el juicio el hombre dijo que «volvería a desobedecer de encontrarme en la misma situación». Después, y hasta en doce ocasiones, colocó candados y cadenas cerrando la entrada al camino de acceso a la casa. En una de ellas unos familiares de la mujer tuvieron que romper el candado para poder salir. Lo condenaron de nuevo a un año de prisión y a no acercarse a la mujer en dos años, además de otra condena por llamarla a ella «fulana de barrio».

La mujer, de avanzada edad y con una grave enfermedad, acudió a los juzgados a denunciar lo que estaba ocurriendo, y ello fue lo que motivó el insulto del que fue durante muchos años su marido. A pesar de las condenas el hombre mantiene que tiene razón y dice que el acceso a la casa se puede hacer por otro camino, dato no probado por los peritos.