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El acusado Ignacio T.A. fue contratado en el mes de mayo de 1998 para trabajar como interventor en un hotel del Port d'Alcúdia. Era el encargado de controlar los ingresos y tenía la obligación de ingresar cada día el dinero en el banco. Sin embargo, incumplió las normas y cuando fue descubierto (en el mes de septiembre) ya se había apoderado de más de 71 millones de pesetas de la caja. El empleado abandonó su trabajo cuando sospechaba que le iban a descubrir. Ignacio T.A. explicó ayer ante el tribunal que le juzga por un delito de apropiación indebida que todo el dinero que robó lo invirtió en Bolsa. Jugaba en futuros, es decir, la inversión más arriesgada de la Bolsa que provoca rápidos resultados, tanto si se gana como si se pierde. En pocos meses perdió más de 71 millones de pesetas. El acusado no niega que se hubiera apoderado del dinero (aunque no recuerda la cantidad exacta), pero alega que es un ludópata, es decir, una persona adicta al juego.

Durante el juicio, que quedó visto para sentencia, declararon dos psicólogos, quienes afirman que el acusado es un enfermo mental, y que es incapaz de controlarse. La doctora en Psicología María Àngeles González, directora de un departamento del hospital de Bell vitge de Barcelona, afirmó ante el tribunal que el acusado padece una predisposición biológica que le ocasiona una alteración de la personalidad, aunque «el propio sujeto no lo sabe». Para la perito, los ludópatas como Ignacio T.A. «entran en una borrachera de juego que les impide dominar su voluntad. Al día siguiente se dan cuenta, pero vuelven a jugar». A juicio de esta especialista, la gravedad de la conducta del acusado «es extrema, y aunque existen métodos para controlarle, su enfermedad no tiene curación».

Esta afirmación, que justifica que el acusado se apoderara del dinero porque es un enfermo, no coincide con la postura del forense de Inca.
El médico Miguel Serra explicó que, si bien es cierto que la ludopatía está considerada como una enfermedad, en el caso del acusado no apreciaba tanta gravedad. «El ludópata busca el juego inmediato, no una apuesta de futuro como puede ser un inversión en la Bolsa». El padre del acusado explicó que su hijo padece obsesión por el juego desde los trece años, y señaló que la familia ya tuvo que tapar otros desfalcos, en concreto, más de 15 millones.