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JAVIER JIMÉNEZ-PEP MATAS El incidente más grave, que estuvo a punto de teñir de tragedia la jornada huracanada del miércoles noche, fue la caída de una gigantesca grúa de una edificio en construcción en la calle Capitán Salom, cerca de la Plaza de Toros de Palma.

El brazo de hierro, de muchas toneladas, comenzó a oscilar peligrosamente a causa de las intensas rachas de viento y en un momento dado, poco antes de las once de la noche, se vino abajo. El estrépito fue brutal y alarmó a muchos vecinos. Cuando los residentes bajaron a la calle y se asomaron por la ventana observaron cómo la grúa había chafado a cuatro automóviles. En uno de ellos, en un Volkswagen Golf de reciente matriculación, quedó atrapado David Castedo, jugador del R.C.D. Mallorca. El joven fue rescatado por los bomberos con lesiones leves. En la barriada palmesana de Sant Agustí, en concreto en la calle Bartomeu Fons i Coll, se registró un siniestro similar: un pino de grandes dimensiones se precipitó sobre cuatro coches estacionados en la vía pública, aunque en esta ocasión no se registraron desgracias personales. En la calle Despuig una torre de hierro de telégrafos estuvo a punto de venirse abajo, minutos después de la medianoche, y los bomberos tuvieron que actuar con celeridad para apuntalarla y evitar el siniestro. Algunos residentes en Ciutat, sobre todo personas de edad, sufrieron un ataque de nervios por las rachas huracanadas y otros avisaron por teléfono porque temían que los cristales de sus ventanas iban a reventar.