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La hija, que declaró ayer como testigo en el juicio por la muerta de Josefa Orta, explicó al jurado que su madre era una persona muy desconfiada. No solía abrir la puerta a nadie que ella no conociera, pero sabía que el italiano había entrado en la vivienda, porque ella misma se lo había contado. La mujer fue la única de la familia que conocía a la persona acusada de matar a su madre. La hija explicó que en los últimas semanas el estado de salud de la víctima había empeorado. Ella era la única de la familia que mantenía una estrecha relación con su madre. A diario la llamaba por teléfono, o la visitaba. La mujer dijo que ella no tenía llave del piso de su madre y que era habitual que muchas veces Josefa no le abriera la puerta. Pese a esta relación tan estrecha, la mujer reconoció que desde el día 24 al 29 (cuando al encontraron muerta) no tuvo noticias de su madre. No le dio importancia a esta situación, a pesar de que su preocupación por su estado de salud.

Otro de los puntos en el se centró el interrogatorio fue en determinar donde estuvo la hija de Josefa el día 25, fecha de Navidad. Mientras que el padre y su hermano afirmaron que ese día los dos comieron juntos, la hija aseguró que ella también se sumó a esta celebración familiar. Sin embargo, los dos familiares aseguraron que no estuvo con ellos. Precisamente el día 25, tras estar un año sin ver a su madre, el hijo también acudió al piso de Pascual Ribot a visitar a Josefa Orta. La mujer le había manifestado a su hija el deseo de verle, y éste decidió ir a visitarla. El hijo estuvo tocando el timbre del portero automático varias veces, pero no le contestó. No lo consideró extraño porque era habitual que su madre no abriera la puerta cuando no quería hacerlo.