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Libertad sin fianza. Esta fue la decisión que al mediodía de ayer adoptaba la juez del juzgado de instrucción número 4 de Palma sobre Alfredo Cordero, el dueño del perro que el pasado viernes mató a un niño en Can Picafort.

Ayer por la mañana el propietario del animal fue presentado ante la juez que investiga los hechos, que también tomó declaración a la madre del pequeño Francisco Miguel Hiralgo, de cuatro años de edad. La familia de la víctima, que explicó a la juez de qué forma se desarrollaron los hechos, se ha personado como acusación particular contra el dueño del animal, que vive en un chalet adosado situado a unos 400 metros del lugar donde se produjo esta mordedura mortal.

Fuentes judiciales explicaron que el hombre, que fue concejal en Santa Margalida, declaró que el perro se le escapó a su hijo (de unos trece años), ya que en el momento que se produjo el suceso él se encontraba trabajando. Afirmó que no era cierto que los dos canes que tenía se fugaran de su propiedad, ya que él había instalado unas vallas de más de dos metros de altura para evitar que los animales pudieran saltar.

Tras la declaración, la fiscal anunció que imputará al detenido un delito de homicidio imprudente, que puede conllevar una sanción de uno a cuatro años de cárcel. La fiscal solicitó la libertad del detenido, ya que es una persona muy conocida en la localidad y además cuenta con un seguro de responsabilidad civil que cubre la cantidad de 25 millones de pesetas.

El dueño del animal no ha vuelto a su casa de Can Picafort
El dueño del perro vive con su familia en un chalet situado en la Vía Diagonal, en Can Picafort. Esta vivienda se encuentra cerrada a cal y canto desde el pasado viernes. De momento se cree que Alfredo Cordero no tiene intención de volver a su domicilio, toda vez que entre los vecinos de la zona se vive un ambiente de profundo malestar ante la trágica muerte de un niño de sólo cuatro años de edad. Una vecina del detenido afirmó que el hombre, cuando sacaba a pasear a sus perros, sólo ataba al dogo de Burdeos, mientras que el dogo argentino (que mató al niño) siempre andaba suelto. Esta misma persona aseguró que su hijo también se encargaba de sacar a pasear a los perros, pero que era mucho más precavido que su padre. La vecina afirmó que los perros no saltaban la valla.