María Francisca Vega, la madre del pequeño Francisco Miguel, sacaba
ayer fuerzas de flaqueza para superar la tragedia que está
sufriendo su familia tras la muerte de su hijo. La mujer, que ayer
tarde se encontraba con su marido en su casa de Can Picafort, sólo
tenía una idea en su cabeza: «que se haga justicia». Con esta
entereza la mujer detalló el lugar exacto donde su hijo había
muerto por las garras de «Copi», el dogo argentino que sigue
enjaulado en la perrera municipal.
La mujer, que vive en un edificio muy humilde, dejó que
Francisco Miguel saliera el viernes de su casa y fuera a jugar con
los otros niños. El perro, según ella, entró por la parte de atrás
de la finca. Saltó la valla y se fue hacia los niños que jugaban en
el jardín. Los otros niños pudieron correr y huir, pero el animal
agarró al pequeño de cuatro años y lo degolló. Apenas pasaron
varios segundos cuando la madre salió de su casa y vio al niño en
el suelo agarrado por el cuello por el animal. La mujer bajó e
intentó ayudar a su hijo. Todo era inútil. El niño ya estaba
muerto. «Me lo han matado aquí mismo», señalaba la madre al indicar
el lugar exacto dónde se produjo el ataque. La mujer aseguró que el
animal soltó al niño al ser increpado por un vecino, pero que
después «el perro vino hacia mi y quería rematar al niño cuando ya
estaba muerto».
María Francisca Vega, que reconoció que era la primera vez que
veía al dogo argentino, aseguró que en estos momentos «ya no sufro
pena, sino sólo siento dolor». Aún con el ánimo decaído, la mujer
aseguró que «sólo espero que se haga lo que se tenga que hacer y
que los jueces decidan lo que tienen que decidir...».
La mujer no quiso comentar la decisión del juez de dejar en
libertad a Alfredo Cordero. Sin embargo, su marido, Miguel Hiraldo,
fue mucho más contundente que su esposa y aseguró que «quiero que
este hombre ingrese en prisión por la muerte de mi hijo»
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