Antes de comenzar la entrevista me dice su nombre, su edad y la
ciudad donde nació, pero pide que estos datos no se publiquen
porque asegura tener mucho miedo. Así que quedamos en identificarla
con un nombre supuesto, Mónica, y, sobre su edad, digamos que
oscila entre los 18 y los 22. Tiene los ojos claros, el pelo de
color castaño oscuro y un cuerpo juvenil. Es colombiana y llegó a
Palma a principios del pasado mes de octubre. El motivo de su viaje
era 'putear' "como ella lo define" y se vio envuelta en una
operación en la que la policía dio por desarticulada una red de
trata de blancas.
La chica se siente engañada porque cuenta que en Colombia,
quienes le contrataron le aseguraron que aquí viviría en una
especie de palacio, que ganaría mucho dinero y que incluso se
acostaría sólo con los clientes que le gustaran. Pero Mónica cuenta
que desde su llegada todo ha sido una especie de infierno, que ella
acepta «como un castigo de Dios por haber sido tan avariciosa».
Pese a su juventud está separada y tiene un hijo de corta edad que
le espera en Colombia. Asegura que ha aprendido la lección y cuenta
detalles de su contratación y de su estancia en un local de
prostitución de Palma.
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