Sara García trabaja desde hace años en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas.

Sara García (León, 1989) es astronauta en reserva y bióloga molecular. Protagonizará el próximo Club Ultima Hora – Valores coorganizado junto a la Asociación Española Contra el Cáncer en las Illes Balears y el Cercle d’Economia de Mallorca. Será el próximo viernes, 10 de noviembre, a partir de las 19.00 horas en la Sala Aljub de Es Baluard.

¿Le molesta si le preguntan sobre la importancia de llegar a ser la primera mujer española en ir el espacio?
—No me preguntan tan a menudo... Siempre he hecho hincapié en que llegará un momento en que deje de ser noticia que las mujeres consigan grandes logros, pero es normal que ahora se comente.

¿Qué proyecto espera que la lleve al espacio?
—A nivel egoísta me gustaría que estuviera relacionado con la investigación biomédica y oncológica porque es a lo que me he dedicado en los últimos diez o doce años. En la Estación Espacial Internacional ya se ha investigado los efectos de la microgravedad porque se trabaja diferente. Por ejemplo, hay estudios relacionados con fármacos, como con los anticuerpos monoclonales, donde se ve que las mezclas son más homogéneas. Esto hace que se puedan poner en una única inyección en vez de en varios ciclos de quimioterapia, la microgravedad cambia la formulación de los medicamentos. Un segundo ejemplo es el estudio con organoides, que son modelos celulares tridimensionales que simulan lo que ocurriría en los tumores humanos, cuando no hay gravedad. Y hay un tercer ejemplo, relacionado con mi investigación, que es la cristalización de proteínas, porque en la microgravedad se consigue una mayor pureza que en la Tierra.

¿No se puede hacer una simulación en un espacio sin gravedad?
—No tiene nada que ver, los 20 segundos de condiciones simuladas que se consiguen aquí con estar en estas condiciones varios meses.

¿Cómo funciona la asignación de un proyecto?
—Es muy complejo y depende de muchos factores que escapan a mi control. La Agencia Espacial Europea tiene a los astronautas de carrera como Pablo Álvarez, que trabajan para ellos y que tendrán varias misiones. Yo, al estar en la reserva, sigo manteniendo mi trabajo y cuando surja la oportunidad de vuelo, si España está interesada, actuaría de patrocinador y podría entrar a formar parte como astronauta de proyecto. Recibiría entrenamiento y llevaría a cabo mi misión.

Se habla mucho de su faceta de astronauta pero trabaja con Mariano Barbacid en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
—Me siento muy orgullosa de esa parte porque estamos en un proyecto muy bonito y ahora lidero una línea de investigación.

¿Qué avances ha habido con el oncogén KRAS?
—Estos genes se descubrieron en los años 80 pero no han tenido un tratamiento válido hasta 2021, cuando se aprobó el fármaco específico. Hemos buscado otras proteínas que podamos atacar farmacológicamente. Al eliminarla el tumor desaparece. Así que tratamos de aislarla, resolver su estructura, determinarla a nivel tridimensional para probar fármacos, y ver si alguno es capaz de quitarla.

¿El gen KRAS está detrás de todos los tumores pulmonares?
—No, es el responsable del 25 % de cáncer de pulmón. En la conferencia, que será divulgativa, hablaré del abanico general de opciones que hay ahora para tratar este tumor. Contaré un poco de lo que sé para que la gente tenga una idea de lo que se hace.

¿También es un gen decisivo en el caso del páncreas?
—Sí, pero en este caso hay que eliminar otras proteínas adicionales. En el estudio, publicado en 2019, es la primera vez que en modelos animales se cura el cáncer de páncreas. Hay que eliminar varios genes e inhibir el receptor del factor de crecimiento epidémico, hay muchos tratamientos aprobados y que están en fase clínica. La combinación tendría que trasladarse a pacientes.

Tras su conferencia se hablará de la posibilidad de curar el 70 % de los tumores en 2030.
—No me atrevo a hablar de curas pero sí puede ser que se mantengan en remisión o que los pacientes fallezcan por otra causa. La investigación hace que suba la tasa de supervivencia pero los porcentajes son medias o estimaciones, no se puede hablar en general, cada cáncer o paciente y su perfil molecular es diferente.

Se habla mucho de la medicina personalizada pero, a día de hoy, la gran mayoría de casos se tratan con quimioterapia.
—Requiere tiempo. Son protocolos muy establecidos y el oncólogo tiene las herramientas que tiene y va a lo seguro, a los estándares. Muchos avances tardan en pasar a la clínica y lo hacen de forma experimental. La medicina de precisión avanza desde hace tiempo pero no ha calado porque lleva tiempo, yo creo que en unos años será la tónica general. La quimioterapia es como matar moscas a cañonazos aunque no hay que desmerecerla porque ha salvado multitud de vidas.

¿Puede una investigadora plantearse la maternidad?
—Sí, si lo desea. La maternidad ha sido un lastre para el acceso a cargos de responsabilidad porque son más discrecionales pero ha habido grandes avances, por lo que yo vivo. Hay una política de conciliación y de igualdad muy buena. Incluso llevándolo al extremo, la única astronauta europea ha sido madre dos veces. Creo que los organismos están cada vez más concienciados.