La empresa que dirige Jordà tiene fábricas de nanosatélites en el Reino Unido, España y, próximamente, Portugal. | Jon Bradley Photography

Aunque nacido en Barcelona (1988), Rafael Jordà es de padres mallorquines y, al mes y medio de venir al mundo, la familia se trasladó a la Isla, donde se crió. Pese a su juventud, Jordà es el fundador y CEO de Open Cosmos, empresa puntera en gestión y fabricación de satélites que opera en España y el Reino Unido, con una expansión en marcha hacia Portugal. Jordà ganó el Premi Empresa de la Fundació Princesa de Girona de este año y el próximo miércoles ofrecerá, en el marco del Club Ultima Hora-Valores, la conferencia Cuidando el planeta desde el espacio. La lucha contra el cambio climático.

¿De dónde surgió la idea de crear Open Cosmos?
—De la necesidad que tenía la sociedad, y yo mismo, de acceder a la información y los datos satelitales. Open Cosmos ofrece un acceso mucho más económico. La evolución que han vivido los ordenadores, de pasar de grandes terminales muy caras a lo que tenemos ahora, no se había vivido en la industria espacial. Así que intenté aprovechar mis conocimientos como ingeniero aeronáutico y mis inicios profesionales, y en 2015 dejé la empresa donde trabajaba y creé Open Cosmos.

¿Qué satélites tiene activos actualmente Open Cosmos?
—Ahora mismo tenemos cinco satélites, aunque uno ya ha finalizado su misión. En proyecto tenemos 14 satélites, de los que 6 serán lanzados este mismo año.

¿Y cómo son lanzados?
—Tenemos contratos con empresas de cohetes y proveedores de lanzamientos a nivel mundial. Cada vez hay más frecuencia de lanzamientos. En este sentido, la industria espacial ha mejorado muchísimo.

¿Qué servicios ofrece Open Cosmos a través de sus satélites?
—Ofrecemos tres productos. El primero es Open Orbit. En este caso, los satélites no son nuestros, pero los operamos. Los clientes son muy variados, pero priman las agencias espaciales y las empresas privadas de telecomunicaciones que quieren cubrir áreas remotas. El segundo producto es Open Constellation. Es una constelación de pequeños satélites que se centran la monitorización regional del cambio climático, los recursos naturales, la red energética o la optimización del transporte. Finalmente, el tercer producto es Data Cosmos, una plataforma de datos derivados de la información de los satélites. En clave mallorquina, podríamos llegar a detalles como cuántos coches hay en Palma, las variaciones del litoral o cuántos almendros han muerto por la Xylella.

¿Dónde tiene sus fábricas Open Cosmos?
—Tenemos una fábrica en Oxford, en Inglaterra, y otra empieza a estar operativa en Barcelona. Estamos montando una tercera en Oporto, en Portugal. Tenemos perspectivas muy buenas de crecimiento con los contratos que estamos ganando. Ahora hay 70 trabajadores en la empresa.

Nanosatélites. ¿de qué dimensiones estamos hablando?
—Son diversos, pero pequeños. Siempre pesan menos de 50 kilos. La estructura puede ser de unos cuatro metros, pero, plegados, tienen el mismo tamaño que un microondas. Son económicos y ágiles. Es lo mismo que decíamos de la evolución de los ordenadores.

¿Y cuándo se tarda en construirlos?
—El de más rápida construcción, en cuatro meses. Ahora estamos fabricando cuatro satélites para la Agencia Espacial Europea. Uno nos llevará un año y medio o dos. El resto estará listo en menos de un año.

En la tierra y en el mar se obtienen datos con el trabajo de campo, pero la información aportada por un satélite es un valor añadido, ¿no?
—Es inigualable, con el añadido de que nunca mienten. Por poner un ejemplo, los datos de un satélite sobre la deforestación o la desertificación son incontestables. A partir de aquí, los podemos relacionar con la biodiversidad. Se crean efectos dominó de aplicaciones y datos, unos llevan a otros y se multiplican, y todos ellos son muy relevantes. Las posibilidades son inacabables.

Así pues, los satélites ya son imprescindibles.
—Son absolutamente esenciales. Las principales economías del mundo invierten en ellos, pues consideran que su información es estratégica. En España no deberíamos dormirnos en esta evolución.

¿Contribuye Open Cosmos a la basura espacial?
—No. Nuestros satélites operan en órbitas bajas. En tres o cuatro años reentran y se volatilizan. Operamos los satélites responsablemente, evitando colisiones y conflictos con otros artefactos. Estamos como en los inicios de la aviación. La tecnología ayuda a regular y poner pautas. Sigue habiendo muchos más aviones que satélites y, obviamente, el espacio es mucho más grande que la troposfera.

¿Teme que su modelo genere empresas de la competencia?
—El sector espacial es muy colaborativo. Estamos más centrados en nuestros clientes que en posibles competidores. Nos ilusiona encontrar soluciones a retos globales. No puedo concebir que una empresa sólo se dedique a ganar dinero. Nos motiva buscar el bien común.

¿Cómo recibió la noticia del Premi Princesa de Girona?
—Fue una muy grata sorpresa, con finalistas y ganadores muy brillantes. La satisfacción de familiares y amigos fue también un premio, que ha servido para visibilizarnos.

¿También en Mallorca?
—Sí, porque mucha gente no sabía que existíamos y, a partir del premio, se pusieron en contacto con nosotros. En Balears, la información de satélites podría ser muy útil en cuestiones como gestión del agua, urbanismo, usos agrarios, prevención de incendios o aumento del nivel del mar.