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'Der Pfau’ (en España Un pavo en apuros) es una película de Lutz Heineking (2023) sobre balances que no satisfacen a los inversores y de un pavo real que desaparece. Mi abuela María, riojana nacida en el siglo XIX, daba sus consejos en forma de refranes y chascarrillos. En nuestras peleas de niños, a veces le dábamos un pelotazo o recibía una flecha con ventosa. Nosotros le pedíamos perdón y ella respondía: «Perdona, pero aguanta». Durante la Navidad recordé otra de sus frases: «No te pares a ver quién enciende el fuego o a dónde va el humo sino mira quién se come el pavo». El inicio del fuego en Ucrania ya no es noticia. Los historiadores, Trump y el propio exsecretario de la OTAN coinciden en que su génesis se remonta a 2014 o incluso mucho antes. Tampoco es importante el humo de los acuerdos de Minsk que, como reconoció la canciller alemana Angela Merkel, nunca pensaron en cumplir. Miremos al pavo. Durante décadas, la UE ha comerciado con Rusia y con otros muchos países, pese a sus diferencias ideológicas. La locomotora germana engordaba al pavo europeo, en parte por el gas barato de Rusia. A finales de 2021, tras la negativa a dialogar con Putin, Biden afirmó en rueda de prensa que, si Rusia invadía Ucrania, sabotearían el gaseoducto Nord Stream y así sucedió (está en las hemerotecas). Ahora la locomotora de la UE está en vía muerta y a nuestros sumisos gobernantes se les ordena comprar esos combustibles -mucho más caros- a los EEUU (buena parte procedente de Rusia a través de India u otros intermediarios), debiendo pagar con un dólar en alza. Estamos en el «perdona, pero aguanta», mientras los EEUU han pasado a ser el primer país en exportar armas, gas natural y en producir petróleo (Statistical Review of World Energy 2024). Está claro quién se come ahora el pavo y quién va a mejorar su balance. Pero espera, porque negociar con la nueva administración Trump implica tener preparada la respuesta a la pregunta: «¿Qué gano yo con eso?».