La publicación de estos datos por parte de Ultima Hora –donde también se recogían decenas de testimonios de protagonistas de nuestra sociedad haciendo referencia a la evolución de la Isla y de sus señales de identidad– tuvo un gran impacto social.

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La encuesta que Ultima Hora llevó a cabo a finales de 2023 sobre la sociedad de Mallorca no fue la primera que reveló la profundidad del malestar de los ciudadanos con el turismo y la masificación, pero sí fue la primera que la exploró en todos los sentidos, incluso con un enfoque por partidos políticos, edades y lugares de residencia, ese sentimiento. Y la conclusión fue abrumadora: los mallorquines son profundamente críticos con la situación actual en materia de turismo, inmigración, urbanismo, identidad, tradiciones y cultura. Resumido, piensan que el crecimiento ya no está provocando mejor calidad de vida y que estamos perdiendo elementos identitarios. Con cierto fatalismo, piensan que de aquí a 25 años la mayor parte de estos problemas se habrán agravado.

Ultima Hora había planeado celebrar su aniversario número 130 con una publicación especial que quería ver qué pensábamos respecto a cómo estaban las Islas hace 25 años, como están hoy y cómo creíamos los ciudadanos que íbamos a estar dentro de otros 25 años. Para ello se hizo una encuesta cuyo trabajo de campo, la recogida de datos, tuvo lugar durante el mes de septiembre de 2023, el cual había sido particularmente incómodo porque hubo muchos días sin sol y ello conllevó un aumento de la movilidad de los turistas y atascos generalizados en todas las carreteras y autopistas de la Isla.

En ese momento, las respuestas fueron demoledoramente críticas. Y no sólo entre los ciudadanos más ecologistas sino en todo el espectro político, incluida la derecha. Vayan por delante algunos ejemplos: el 83 por ciento de los encuestados pensaban que el turismo ha provocado un gran impacto, causando pérdida de elementos propios de nuestra cultura; una abrumadora mayoría pensaba que dentro de 25 años estaríamos bastante peor, mostrando así un fuerte escepticismo sobre el papel de las instituciones públicas; la gran mayoría, prácticamente la totalidad, creía que el turismo no está funcionando bien y la opinión de los de más de sesenta años de edad era más crítica, considerablemente más, que la de los más jóvenes; la mayoría creía que el turismo se está convirtiendo en una molestia y que esto se acentuará en el futuro; los encuestados contestaron, en un ámbito ligeramente diferente, que el turismo no seguirá ofreciéndonos ni empleos ni retribuciones atractivas.

El turismo y el modelo actual conducen a más edificaciones, a lo cual prácticamente se opone todo el electorado, incluso también mayoritariamente los que se identifican como votantes de la derecha. Pocas regiones en el mundo puede decir que la enorme mayoría de sus ciudadanos, por encima del sesenta por ciento, se oponen a más edificaciones.

La encuesta que recogió las opiniones de más de tres mil participantes, indicaba también que la identidad de Mallorca estaba en proceso de disolución. La visión de los ciudadanos era que todo va hacia la comercialización, estandarización, simplificación y que nuestros elementos identitarios van perdiendo toda relevancia. Asocian también la inmigración con el turismo tanto por la presencia de extranjeros que nos visitan como por los que vienen como mano de obra. Por ejemplo, de manera un tanto fatalista, los ciudadanos decían pensar que las ‘possessions’ acabarán en manos extranjeras o que el impacto paisajístico del turismo será más notable dentro de un cuarto de siglo que ahora. Lo llamativo no es que piensen esto sino la proporción que rozaba el noventa por ciento del público.

La publicación de estos datos por parte de Ultima Hora, en donde también se recogían decenas de testimonios de protagonistas de nuestra sociedad haciendo referencia a la evolución de la Isla y de sus señales de identidad, tuvo un gran impacto social. No sólo en los actos de presentación, que fueron multitudinarios –coincidiendo con la entrega de los premios Siurell de Plata del periódico-, sino también en eventos posteriores, como una reunión del Cercle d’Economia, en la que se analizó la encuesta en profundidad.

La encuesta, siendo la primera, no fue el único indicador de esta realidad que ha comenzado a ser perceptible primero en agosto, después en los meses de temporada alta en general, y ahora incluso ha llegado a notarse en primavera, lejos de los momentos álgidos.