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La llegada de Zapatero a la Moncloa significó la posibilidad de la apertura a una España plurinacional y el asumir, en buena parte, el discurso de las fuerzas soberanistas. Respecto a una ETA ya vencida, en lugar de oficializar su derrota, debido a una negociación vergonzante con cesiones a la banda, se pactó con ella y se la integró en el sistema democrático.

La aritmética del poder hizo que Sánchez se apresurara a blanquear cualquier escoria ideológica, con tal de poder gobernar. Al PP y a Vox los situó al otro lado del muro. De tal modo que el PSOE nos presentó a Otegi como un hombre de paz y a ETA, como luchadora contra la dictadura; Bildu se convirtió en «uno de los nuestros», «fuerza democrática de progreso», «los que han hecho más por España que todos los patriotas de pulsera». Así que Sánchez, pudo decir que «somos más» contando los votos de un condenado y de un forajido y que el cínico de Patxi López se permitiera tildar de «mentes pequeñas» a los críticos de esos pactos.

La enfermedad social de Euskadi es consecuencia de la irresponsable desaparición del Estado durante estos más de cuarenta años en el País Vaco y la entrega sin límites de la educación, la cultura, la seguridad... Resultado: un soberanismo con el 70 % de los votos y un constitucionalismo desaparecido. Dueños los nacionalistas de la hegemonía cultural, a un joven no se le ofrece una alternativa a esa opción. Los que están fuera de esa órbita política son señalados como una minoría ajena al sentir general y quedan excluidos, o se alejan de la política y se encierran en su propia vida, o viven ocultando sus ideas o se rinden y acomodan a las circunstancias. A ese tronco hegemónico, cuando le agitan las ramas, ya no caen las nueces abertzales que recogía el PNV, como nos dijo Arzallus, ahora las nueces las siguen recogiendo los mismos, pero son las de los votantes del PP, que al ver a su partido sin posibilidades de cambiar las cosas, se refugian en el PNV porque, al menos, con él, van a poder conservar su posición social y económica, que está amenazada por Bildu.

Con tal empeño y desvergüenza los socialistas han blanqueado a Bildu, que hasta jóvenes que antes les votaron ahora lo han hecho a las filas abertzales.