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En su único largometraje (1934) Jean Vigo habla de pasiones humanas en una gabarra del Sena. Pero la gabarra de las pasiones esta pasada semana ha sido la del Athletic de Bilbao que le ganó la Copa del Rey al Mallorca en los penaltis. Con una diferencia de pocos días y con total desprecio por las Convenciones de Viena de relaciones diplomáticas de 1961 y consulares de 1963, se ha violado una embajada (la de México en Quito por parte de Ecuador) y un consulado (el de Irán en Damasco) donde murieron siete miembros de la guardia iraní incluyendo dos generales. Según Paz Andrés Sáenz de Santa María, catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Oviedo y miembro del Consejo de Estado, este tipo de violaciones rompen la práctica consuetudinaria de los Estados y la doctrina y jurisprudencia internacionales. Pero además del ataque al consulado de Irán en Damasco, Israel asesinó a tres hijos del líder palestino Ismail Haniyeh y a cuatro nietos, tres niñas y un niño (Reuters), totalizando según la agencia Shehab unos 60 familiares asesinados. Por su parte, la muerte de un chico judío tuvo como respuesta la quema de unas 40 viviendas palestinas. Irán, que no puede permitirse entrar en un conflicto abierto, informa a los EUA a través de Turquía de cuál será su respuesta para salvar la cara internamente. Los EUA, los británicos e incluso Jordania se implican directamente en neutralizar el ataque pactado, lo que de alguna forma, implica validar la acción de Israel sobre la sede diplomática iraní. La ONU y el G7 condenan la tímida respuesta -sobre la violación del consulado en Damasco silencio- y se llaman a más reservistas para un nuevo ataque en Gaza, dando un balón de oxígeno al cuestionado Netanyahu para perpetrar una nueva masacre. Una loca espiral de violencia asimétrica, vulnerando la ley internacional, que no es condenable ni levanta pasiones, sí lo hace la gabarra del Athletic.