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Durante los últimos veinte años, los saltimbanquis que hemos elegido como nuestros representantes políticos nos han venido diciendo que Baleares paga más de lo que recibe. No nos dicen que ellos mismos han aprobado la legislación fiscal española, igual para todos, que aplica impuestos más altos a los más ricos y más bajos a los más pobres. Como consecuencia de ello, mientras Baleares sea más rica que la media, pagará más y recibirá menos. Lógico. Así lo diseñaron los mismos políticos que critican los efectos de sus normas.

Sin embargo, esto se está corrigiendo. Estamos empobreciéndonos a buen ritmo y pronto empezaremos a recibir más de lo que pagamos, porque ya somos un poco más pobres que los demás. Todo un logro de nuestra clase política. Un logro silencioso, perpetrado en los últimos veinte años.
En efecto, la semana pasada se conoció que Baleares pasó de ocupar el lugar 46 entre las regiones europeas con más renta, al actual puesto 110, con unos ingresos que son hoy el 89 por ciento de la media de las regiones del continente. En algunos momentos anteriores, hace unos treinta años, ese lugar 46 era aún mejor dado que habíamos llegado a estar entre las diez regiones más prósperas de Europa. Básicamente la noticia de esta semana dice que Europa crece mucho más que España y España mucho más que Baleares, con lo que perdemos puestos constantemente. Aunque la noticia no lo dice, hay que recordar que, por su parte, Europa crece menos que las dos verdaderas potencias mundiales, sumiéndonos paulatinamente en la mediocridad.

Estos son datos incómodos que nadie quiere que le cuenten. Y mucho menos los políticos, culpables de este desastre. Tampoco es muy del agrado de los periodistas, que en general comen del mismo plato que los políticos. Ni de los ciudadanos, que huyen de la verdad para que las malas noticias no les amarguen el día a día. Una noticia así ni siquiera es objeto de conversación popular, lo que en parte explica por qué vamos como vamos. Si nadie se alarma, si no hay una respuesta, este rumbo no se va a cambiar.

Pero tranquilos: los que nos gobiernan dicen que no todo en la vida es renta, que esa es una visión materialista, que hay regiones con renta alta que viven muy mal. Y tienen razón: es posible que una región con renta alta no viva bien porque haya una concentración de la misma en pocas manos; en cambio, ninguna región en la que se viva bien tiene renta baja. En una palabra: PIB alto no siempre es bienestar, pero PIB bajo siempre es malestar. También es verdad que no todo en la vida es dinero, pero nadie vota a los políticos para tener buen clima o para que la isla sea bonita y habitable.
¿Por qué ‘el desplome’, como lo llamaba este periódico? La fundación Impulsa explica que es un problema de productividad. Obvio: si tenemos más empleo que nunca y el PIB es bajo, es que la productividad es baja. Pero también es verdad que no puede ser de otra forma. ¿Es que alguien le va a pagar salarios altos a un camarero? ¿Es que sin ser capaces de crear valor añadido, vamos a cobrar grandes salarios?

Hoy en todo el mundo el único capital imprescindible es el humano: la formación, el conocimiento, el saber. Nada en lo que Baleares esté sobrada, donde el sistema educativo es un simulacro de tal cosa. Lo dicen todos los indicadores objetivos. Sin gente cualificada, la única salida es camarero, guardia jurado, enchufado de la política o similares. Nada que vaya a darnos renta.
Si vemos la línea recta en caída, no se aprecia diferencia alguna como resultado de los cambios de gobierno. Da lo mismo la izquierda que la derecha: igualados a inútiles. Los primeros son más ‘cool’, tienen más poesía, pero si usted mira la caída, es la que tiene que ocurrir cuando no hay nadie al mando. Por incapacidad o por omisión, vamos a la deriva.

Los datos son muy preocupantes. Como lo es el fatalismo de la población, desesperanzada respecto del futuro. Como lo es la terrible pobreza conceptual de las campañas electorales, que tratan al ciudadano como tonto. Como es escuchar un debate en el Parlament, indigno de una institución seria. (Esta semana nuestros representantes, sin que se les caiga la cara de vergüenza, exigían que Madrid subvencione los vuelos charter para ir a la final de la Copa del Rey en Sevilla.) Como lo son los datos que arroja el sistema educativo y que todos intentan tapar. Como es el perfil del empleo que ofrece nuestra economía.

Cuesta adivinar un cambio de rumbo a medio plazo porque todavía no hemos tocado fondo. Para que haya una reacción, para que volvamos a confiar en nosotros mismos, aún tenemos que empeorar un poco más.