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Han hecho en EEUU el supermartes, como si un martes pudiera ser súper. No había mucha incógnita y Donald Trump y Joe Biden se disputarán la presidencia en noviembre. Las encuestas ponen al primero en cabeza y al actual mandatario parece lastrarle mucho que tiene 82 años. El otro tiene 77. Por hacerse una idea, Biden es casi quinto de Felipe González, jubilado desde hace casi tres décadas en España. En los años ochenta se llamó gerontocracia a la cúpula soviética de entonces. Unos chavales en comparación. Los dos secretarios generales comunistas del momento, Andrópov y Chernenko tenían 70 uno y 74 el otro. Los analistas pusieron la edad de la cúpula como una de las señales del anquilosamiento del régimen de la URSS y, en perspectiva, una profecía de su ocaso.

Adenauer gobernó en Alemania hasta pasados los ochenta, pero porque era Adenauer. Resulta, sin embargo, que el caso yanki no es tan excepcional. El líder chino, Xi Jinping, tiene setenta; Putin, 71; el primer ministro indio, Nerendra Mori, 72; Lula, 78; Netanyahu, 74. Con estos mimbres, tardan las autoridades españolas en montar una gran cumbre internacional en Benidorm en temporada del Imserso. Los señores que más mandan en el mundo estarían jubilados si desempeñaran cualquier otro empleo. Arreglar el mundo en medio de un baile en línea o de Los Pajaritos. Sería bonito un gran tratado internacional en Benidorm. ‘La paz de Benidorm’ en los libros de historia. Parece que la tendencia por doquier es a que las poblaciones cada vez sean mayores. Un envejecimiento global. Eso convertiría la Imsersocracia en una tendencia a mantenerse. Los jóvenes son volubles y se abstienen más, que no ayuda. Lo habitual es asociar vejez con sabiduría y prudencia, que no sería mala cosa. Pero visto a alguno de los personajes anteriores, no siempre se cumple.