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Tengo a gala ser amigo -para mí verdadero maestro- de Antoni Contreras Mas desde hace más de treinta años, desde los tiempos de Jordi Gayà que con escasísimos medios e inteligencia levantó el Institut d’Estudis Baleàrics que entonces editaba una revista de investigación frecuentada por los puntillosos artículos del Dr. Contreras. Por aquellos años la cultura balear solo era removida por cuatro gatos o casi ninguno. Eso sí, los pocos intelectuales que había eran de nivel y con muchas herramientas para destripar los documentos más enrevesados: lo mismo les daba un manuscrito luliano del siglo XIV que la alquimia medieval o la formación profesional de los cirujanos y barberos en el siglo XV.

El Dr. Contreras -erudito nuestro de temas y fogones laberínticos y muy difíciles de elucidar (estoy pensando en sus teselas sobre la medicina, la astrología o las matemáticas en la historia de Mallorca)- lleva unos años dedicado en cuerpo, alma (y estómago) a aclarar y profundizar, ya con una docena de libros puestos sobre la mesa, en el presente y pasado de nuestra gastronomía; por otra parte es colaborador sabatino de Ultima Hora con su suculenta sección Menjar i beure; y acaba de editar y prologar, con Gabriel Morell, 1.500 receptes de cuina mallorquina, nada menos que 920 páginas impresas por Documenta Balear.

El Dr. Contreras ha levantado, y sigue en ello, un sólido andamiaje que consiste en explicar las raíces y evolución de la coquinaria mallorquina abriendo un nuevo campo de indagación que él mismo ha nutrido documentalmente y del que gozan muy pocas culturas locales. La sobrassada, la dulcería del cardenal Despuig (libro escrito con otro maestro mío de envergadura, Alexandre Font Jaume), la cocina en los tiempos de Ramon Llull y tantos asuntos que dan lustre a una rama de nuestra historia poco cultivada de verdad hasta sus libros, con la excepción de algunos antecesores como Luis Ripoll, Ramon Roselló y el añorado Jaume Bover que fue un profundo conocedor de nuestros saberes venatorios, además de coleccionista de todo tipo paperassa relativa al arte de la manduca. Está claro que el mundo de la cocina no es solo Master (o monster) Chef, ese programa en el que abroncan a un concursante por no saber fusionar (hacer el maridaje) de unos huevos fritos con harina de grillos estilo Bill Gates, ni tampoco es decir en el curro pijonciano que incautos fueron a un restaurante muy en boga con todo en la cuenta y nada en el plato. La verdadera cocina es la que se ha ido acrisolando a través de la historia en las rendijas de diversas civilizaciones y que está muy presente en Mallorca en forma de una riqueza cultural que nos va destripando Antoni Contreras en sus múltiples textos. Las componendas culinarias, lo decía Cunqueiro, saben mucho mejor si sabemos de dónde proceden y Faustino Cordón decía aquello de que somos lo que comemos, aunque tal y como está hoy la inflación y el hundimiento de nuestra agricultura, parece que pronto volveremos al hambre o a la cocina pobre mal guisada. Vamos a un futuro sin sabores y sin cuina.