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Con el sí y el no, incluso con el más complejo y puntilloso sí pero no, nunca he tenido problemas. Me manejo bastante bien con afirmaciones, negaciones y vaguedades, y mi porcentaje de aciertos es notable tanto a corto como a largo plazo. Otra cosa es con los más abundantes ni fu ni fa, donde casi siempre irresoluto y sin saber a qué atenerme, o no me pronuncio o escojo mal. Si digo fu, es fa; si digo fa, es fu. Que la cago, en fin. Esto de joven no tenía mucha importancia, porque entonces los sí y los no eran el pan nuestro de cada día, apenas había alternativa, y con las vaguedades ambiguas, que son la clave la literatura, ya he dicho que me manejaba bastante bien. Por el procedimiento de poner cara de circunstancias, o fruncir el ceño ligeramente, en actitud que tanto podía ser pensativa como de rechazo. Se escriben excelentes textos con esa cara, siempre claro está que uno logre llevar al párrafo, y traducir en palabras y signos ortográficos, semejante gestualidad. Cuando se es joven, el mundo está lleno de síes, noes y los irritantes sí pero no; todo es mucho más fácil, y decidas lo que decidas vas tirando. Conforme te haces mayor, y esto ya lo fui notando hace tiempo, cada vez empiezan a proliferar más los ni fu ni fa, das una patada en el suelo y brotan por decenas, echas un vistazo al frigorífico o a tu librería favorita, y lo mismo. Ni fu ni fa. Porque los ni fu ni fa, expresión onomatopéyica que viene a significar ni esto ni lo otro, ni bonito ni feo, ni bueno ni malo, qué más da, se han comido el mundo y lo abarcan casi todo. Libros, películas, ideas, amores, gentes, noticias, conocimientos… Hasta el sexo, en el mejor de los casos, es algo que ni fu ni fa. Qué digo hasta el sexo, hasta el universo mismo. ¿Qué opina usted del universo? Pues ni fu ni fa, mascullas. Y si no acertabas ni uno, figúrate si vienen en bandadas. Ahora mismo estoy en una mala racha de ni fus ni fas. Creo que al gran Julio Camba, patrón de los articulistas, le pasó algo parecido, pues uno de sus últimos libros, casi desconocido, se titulaba así. Ni Fu ni fa y otras historias del ancho mundo. Igual tanto ni fu ni fa es un síntoma de vejez. Un achaque mental. Un y a mí qué.