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Hasta el siglo XIX, una nebulosa daba nombre a cuerpos celestes difusos. Hubo que inventar el telescopio para que el lenguaje astronómico contemporáneo se quitara los velos e iluminara los cuerpos celestes. Estos días, las nubes y claros llegan en la canción que va a representar a España en el festival de Eurovisión. Lleva por título Zorra y la canta Nebulossa. ¿Lo captan?

Como somos un lugar –el mundo entero lo es– dado a ponerse en los extremos –Caín y Abel, blanco y negro...– olvidamos el aburrido término medio y en nada nos volvemos Capuletos y Montescos. ¿No hay nada mejor, no hay otros temas de calado, para polemizar? Parece que no. ¡Pues al lío!
Oigo en una mesa cercana, aulas de sabiduría aplastante, las diatribas de un grupo variopinto sobre el cuento de la Zorra y la Nebulossa. Desde la posición animalista, un «no entiendo que se la critique tanto si una zorra es un lindo animal al que debiéramos proteger», a la razón de la feminista de libro que recuerda que «tanto esfuerzo en la lucha para dignificarnos como mujeres para acabar ahora elogiando los insultos como proclama de liberación de la mujer». Después se escucha la voz de la caverna, que critica una puesta en escena «soez» para representar a España, una, grande y libre.
Se caldea el ambiente y entre las moradas y las rancias, surgen las medias tintas: «Bueno, no sé, yo creo que tampoco está tan mal. Estamos en el siglo XXI. Es verdad que un poco ordinaria... Bueno, quién sabe, si es que...».

Hasta que del buenismo a la exacerbación se alza la voz de una compositora de música: «Estamos discutiendo sobre una canción que va a ser cantada en un festival europeo, Eurovisión, ¿verdad? ¿Por qué nadie discute sobre lo que de verdad importa: si tiene o no calidad musical? No puedo callar: ¡Zorra es una mierda musicalmente hablando!» Se hace un silencio, que en música, en los espacios, en la vida es más elocuente que todas las palabras pronunciadas. Tras la pausa, el timón endereza la nave para encontrar el rumbo. La joven compositora baja el tono de su aterciopelada voz: «Claro está que la calidad en estos festivales es lo que menos importa». Hay consenso.

Zorra queda enmudecida hasta que el francotirador de la mesa escupe: «¿No queríais liberación, no buscabais normalización, no llorabais por haceros visibles? Apechugad porque entre las vuestras hay mucha confusión: las progres que no quieren ser tildadas de cavernarias y aplauden, os guste o no, un vocablo que sigue siendo una ofensa. Ya me diréis si no a cuento de qué tanto revuelo, del que –como no podía ser de otra manera– está sacando provecho la ralea política, de uno y del otro lado. Y vosotras, mujeres, estáis cayendo en sus redes». Yo aplaudo la mesura de Diana, que invoca a la sensatez. Y esta canción, efectivamente, no la sostiene ni la Callas que, por cierto, fue víctima de un mundo muy Zorro.