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Será efecto psicológico pero sufro del mal del hundimiento cuando leo estas noticias: «Más de 44 millones de personas han pasado por los aeropuertos de Balears el 2023». Se ha superado la cifra antes de la pandemia que situó el 2019 como el no va más de bienvenidos a archipiélago No cabe un alfiler, pero ven.

Mi mal se hunde en una leyenda urbana que de pequeños alguien nos contaba para darnos terror, o no sé si para concienciarnos de nuestras limitaciones. Nos imaginábamos Mallorca engullida por las aguas. Al menos yo. Cuando iba a la playa de pequeña me quedaba bizca mirando la subida del nivel del mar. Mis dotes de exploración empírica duraban un suspiro. Ya me hundía yo sola con mis amigas en el mar. Me hice mayor y la presión saltó por las costuras. Los veranos de la última década van a peor en las islas No cabe un alfiler, pero ven.

Como una patera, acabaremos hundiéndonos. No hay quien pueda con tanto peso. Salgo a la calle con temor. Miro si las aceras están más bajas o soy yo la que pierdo altura y me acerco al suelo. Quizá ambas. Camino por las calles de puntillas, y mis vecinos están asombrados. Los unos me observan y esquivan la mirada en cuanto dejo de mirar el suelo y me tropiezo con una expresión en sus caras que no sé cómo interpretar. Decido que ellos también sufren del mal del hundimiento pero no se han dado cuenta. Los otros vecinos son más valientes y me preguntan directamente si me pasa algo. Yo les enseño la noticia del aumento de pasajeros que llegaron a Mallorca el año pasado, un 8,6 por ciento con respecto al 2022. Su cara lo dice todo: «Vivimos del turismo».

Yo solo sé que mis pies se hunden centímetro a centímetro. Nadie me entiende. Me siento como una viñeta de cómic. Creo que el dibujante Pere Joan me comprendería. Él dibujó mi síndrome. ¿Tendrá algo que ver su dibujo? Ay el arte y sus perniciosos efectos. Ya empezamos con el mal de Stendhal y derivados.

Quiero poner cara a los millones que llegaron al archipiélago. Me es imposible. La marea humana me colapsa. Los datos remitidos por Aena dicen que de esos más de 44 millones de viajeros, más de 22 millones procedían de mercados internacionales. Alemania e Inglaterra seguro que encabezan la lista. Los del norte de Europa avanzando a ritmo acelerado. En la isla jaranera de No cabe un alfiler, pero ven los italianos copan la segunda plaza. El dolce far niente.

Hay un dato que me hunde un poco más. Este pasado mes de diciembre, hace nada, llegaron más de un millón de pasajeros. Está funcionando la campaña del alargamiento de la temporada. Yo creo que son los nuevos propietarios de Mallorca que vienen a ver cómo cuidamos el feudo mientras colocan en sus casas árboles llenos de lucecitas en una Navidad del norte en camiseta. Lo comprobé en la cabalgata de Deià. Solo en la entrega de los regalos se habló nuestra lengua. En la calle escuché inglés. ¡Los Reyes no vienen de Oriente, aquí vienen de América! Me hundo un poco más.