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Nada empezó el 7 de octubre, pero sí marcó un punto de inflexión: la unidad de acción de la resistencia palestina, pese a todos los intentos de dividirla, y el fin del proceso de normalización de las relaciones internacionales con la entidad sionista. 96 días después, el sionismo no consigue destruir la resistencia ni vaciar Gaza de población palestina, pese al inmenso sufrimiento y destrucción que ha provocado. Lo que ha conseguido es mostrar su verdadero rostro y ser acusado de genocida por Suráfrica, con el apoyo de 13 países, ante el Tribunal Penal Internacional.

Mientras un gabinete jurídico inglés se encarga de la defensa de los genocidas, el secretario de Estado, Antony Blinken, intenta lavar la imagen de EEUU y situar la ocupación sionista en un punto de viabilidad, pero se destapa cuando afirma que el número de muertos diarios en la «ranja de Gaza es «demasiado alto», es decir: maten de forma más discreta que esto es muy escandaloso.
Por la parte que nos toca, se anuncia el regreso de la embajadora de la entidad sionista a Madrid, porque al parecer se aprecia «un cambio a mejor» en los mensajes del Gobierno español. ¿En qué consiste esa mejora? ¿Cuál es la posición real de este gobierno? ¿La prioridad no debería ser detener el genocidio, romper el asedio, boicotear la ocupación, detener la normalización, cerrar las embajadas de la ocupación, expulsar a los embajadores sionistas y procesar a los líderes de la entidad genocida en tribunales internacionales?