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Como duermo a metro y medio de mi ordenador portátil y las seis lucecitas verdes del router me provocan toda clase de horrendas pesadillas cibernéticas, inhumanas, yo ya sabía que nunca hay que fiarse del ordenador, aunque esté apagado. Menos aún si está apagado, porque es entonces, en la quietud de la noche, cuando el cabrón se dedica a conspirar. Lo sabía, pero el excelente título ‘No te fíes de tu ordenador’ no es mío, corresponde al capítulo 20 del libro que estaba leyendo, El diario completamente verídico de un indio a tiempo parcial, del indio spokane Sherman Alexie, criado en la reserva indígena Spokane. Cierto que el autor no es un siux, ni un osage, pero es un auténtico indio. Y cómo titula, el tío. Un indio muy cómico, lo nunca visto en literatura. Por supuesto, en ese capítulo no habla de su ordenador, ni explica por qué no debes fiarte del tuyo, y menos aún de tu móvil, que es su versión reducida y portátil. Con el título es suficiente, ya que se supone que todo el mundo sabe que más pronto o más tarde le traicionará su portátil. Es lo que hacen siempre, su naturaleza. Las seis lucecitas verdes mencionadas, que de día están quietas, de noche titilan, se encienden y apagan rodeadas de una aureola fantasmal, y por ahí deduje yo que el jodido dispositivo estaba urdiendo nuevas actualizaciones y conspiraciones. A fin de amargarme la vida. Al menor descuido, los ordenadores emiten una especie de rizomas electrónicos, se conectan Dios sabe dónde y con quién. Organizaciones mafiosas, bajos fondeos digitales, redes de espionaje, merodeadores nocturnos… Cosas así, muy traicioneras. Y esto que hacen los ordenadores mientras duermes, lo hacen los móviles todo el tiempo. Ellos, a la suya. Qué cabrones. Lo saben todo de ti y tú nada de ellos, por lo que no necesitan mucha inteligencia artificial para traicionarte. La de una rata recién nacida sobra. Figúrense cuando sean más portátiles todavía y se introduzcan por el recto o se inyecten directamente en vena. En serio, no se fíen. Yo no me habría atrevido a decirlo, pero como se lo he copiado a un verídico guerrero indio, y los indios no mienten, ese título va a misa. Luego no digan que no estaban avisados.