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Dialogar, consensuar y acordar son consustanciales al quehacer político y mucho más si se carece de una mayoría para gobernar en solitario. Pues bien, esto, que debería ser la norma, ha dado paso al chantaje y al mercadeo. La irresponsabilidad de unos y otros la estamos viendo a diario, tanto en el ámbito nacional como en el autonómico. El último enfrentamiento, por ahora, entre PP y Vox a cuenta de la libre elección de lengua y de la retirada de las subvenciones a patronal y sindicatos, es una buena muestra de ello, hasta el punto de que habrá que seguir gobernando con los presupuestos de Armengol si ambas fuerzas son incapaces de llegar a un acuerdo, dando lugar a una situación totalmente surrealista y dejando claro que la soberbia y la intransigencia impide a los dos partidos sentarse y alcanzar un pacto, del que ninguno saldrá vencedor porque para ello están obligados a ceder, por mucho que no quieran. Este espectáculo que están dado es indigno y vergonzoso y lo único que provoca es una mayor desafección de los ciudadanos a los políticos.