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El Govern se había reunido un fin de semana en la finca de Menut. El camarero hacía méritos, tantos que años después llegaría a vicepresidente. Los consellers jugaban a estadistas. Aunque el equipo era de nivel, sobre todo pensando en lo que vendría, siempre hay quien da rienda suelta a sus sueños irreales. Hasta que José María González Ortea desataba su furia liberal y les preguntaba si habían perdido la cabeza, si olvidaron sus creencias. Entonces se acordaban de que eran conservadores, despertaban de sus disparates y volvían al redil.

Ortea ya no está pero la inercia aún lleva a algunos a defender posturas liberales: por ejemplo, Sebastià Sagreras, el portavoz del Partido Popular, en el debate parlamentario de los presupuestos de 2019 se oponía a dotar con dos milloncetes al Institut Balear de l’Energia, recién creado por Podemos, y que sólo sirve para enredar y justificar sueldos. Para Podemos era una idea coherente, claro. «Si hay una Dirección General de Energía y tiene las mismas funciones [que esta nueva empresa pública], ¿para qué se ha de crear? Esto es absurdo y lo sabemos todos», aducía Sagreras. Ahora el Partido Popular de Sagreras llegó al Govern. Y presenta unos presupuestos para el Institut de l’Energia que multiplica por 18 aquella propuesta de Podemos, con un incremento del 40 por ciento respecto de lo que gastaba la izquierda hasta ahora. Sagreras se prepara para decir exactamente lo contrario de lo que decía hace cinco años porque ni entonces creía en aquello ni hoy sabe qué defiende. Qué pena que Ortea no esté para mandarlo a casa.

Pep Malagrava, el que fuera director general de Energía de Podemos, promotor de este montaje, se congratula de que por fin también el Partido Popular siga su iniciativa. Es lógico que lo celebre porque es verdad: la derecha, carente de ideas propias, va a rebufo de Podemos, que al menos tiene un plan. Malagrava en esto es impecable: hace lo que piensa y lo que piensa es coherente con su visión del mundo. La idea de libre mercado, tan rara para nuestros políticos pese a que la consagramos en la Constitución, nos repugna. ¿Creemos en la libertad y en el carácter emprendedor de los ciudadanos? No, porque impide comprar votos. Por eso en Baleares siempre ha habido unanimidad en violar todos los principios liberales para proteger a los incapaces de emprender y competir. Muy especialmente con el caso del pequeño comercio. Y pronto también con los taxistas. Y seguimos igual. Hasta el alcalde de Palma, el único del que existía algún riesgo de que se enterara, va a seguir las sabias enseñanzas de su antecesor, José Hila, de regalar dinero a los ciudadanos para que compren en el pequeño comercio. Un espectáculo vergonzoso: masas de avariciosos comprando lo que no necesitan, sin discriminar por poder adquisitivo, para contentar a los comerciantes, mientras Amazon los aplasta. Ellos trabajan cuarenta horas semanales canjeando cupones y las furgonetas de Bezos llegan a las casas de día y de noche. Los clientes, más que nunca, saben dónde comprar pagando y dónde hacerlo sin pagar. Ya es triste.

Ya que Ortea o Sitjar o Saiz no pueden poner objeciones, la derecha defiende el transporte público gratuito o regala dinero a las que paren. A mí no me parecen malas ideas si fueran coherentes con una inexistente visión global de la movilidad o de la natalidad. Vamos a continuar las chapuzas de Zapatero o de Pedro Sánchez para ‘comprar’ el voto de los más pobres. El Partido Popular necesita urgentemente unas clases (también) sobre ideología, para llenar ese enorme vacío que tiene en su interpretación del mundo. Porque, si no se acuerda de qué ideas debería tener, acaba bebiendo de lo que hay, y en Baleares sólo hay dos fuentes ideológicas: el comunismo light de Podemos y el catalán de Més. En la dramática indigencia ideológica de los dos partidos mayoritarios, convertidos en oportunismo puro, en máquinas de comprar votos, Podemos y Més llenan los huecos. Ya ven: ¿qué piensa el PP de la energía? Lo que Podemos. ¿Qué piensa de regalar dinero público? Como Evita Perón. Genial.

Todas estas ideíllas son un alimento que más o menos cuela en el PSOE, que ha olvidado totalmente sus principios, pero que a los populares deberían provocarles retortijones de barriga, si es que aún se acordaran de dónde vienen y quienes deberían ser. Ideas claras no es defender las chorradas con vehemencia, es tener una interpretación del mundo. Pero hoy Ortea no está. Ni Sáiz. No queda nadie que se acuerde de dónde vienen. Únicamente les queda claro que hay que ganar elecciones porque hay muchos estómagos que alimentar.