TW
0

Imagínate despertarte de pronto una mañana y descubrir que las últimas dos semanas, los últimos dos meses o los últimos dos años han sido solo un sueño. Imagínatelo aunque se trate de un recurso propio de malos guionistas incapaces de cerrar de alguna manera medianamente original y coherente sus historias. Imagínate, pues, que suena el despertador y nada de lo que ha sucedido en esas últimas semanas, meses o años lo ha hecho realmente. Sigues casado con tu primera mujer, de la que te divorciaste y con la que no te hablas, y la segunda, a la que conociste a los pocos meses y con la que te volviste a casar menos de un año más tarde, ha desaparecido por completo de tu vida. ¿Tienes derecho a lamentarte? Pues imagínate más. Imagínate que con quien sigues casado al despertarte es con esa primera mujer que tristemente falleció hace años, a la que lloraste mucho, y tras cuya muerte te esforzaste en seguir adelante (esto último también es un lugar común propio de articulistas baratos, pero lo pasaremos por alto), te esforzaste en seguir adelante, digo, conociste a otra, acabaste también casándote con ella y eras feliz. ¿Cómo se supone que tienes que sentirte ahora? ¿Es inmoral que lamentes que todo haya sido un sueño? ¿Es justo? Ponte ahora en el peor de los casos. Imagínate que eres Francina Armengol y al despertarte por la mañana descubres que es 29 de mayo y has ganado las elecciones autonómicas.