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Me encontré con Josep de Luis y le pregunté novedades sobre la piscina de Pedro J. en Costa de los Pinos. Durante lustros, este abogado inquer ha librado enrevesadas batallas jurídicas con prestigiosos colegas de Madrid en la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo. Al final, él y su cliente, el profesor de catalán y líder del Lobby per la Independència Jaume Sastre, han ganado ‘la guerra’. La piscina de la familia Ramírez que está situada enfrente del mar debe ser desmantelada, pero ha pasado más de un año desde que se dio la orden judicial y no se ha movido ni una piedra. «Es todo muy lento. Ahora pleitean el hijo de Pedro J. y Ágatha con el Ministerio para saber quién debe pagar la demolición», me explicó De Luis. Pero lo célebre de esta piscina es cómo contrató Sastre a De Luis. Cuando todo empezó, en 2005, le dijo: «No cobraràs, peró guanyaràs fama i prestigi». Y así convenció al joven abogado. El profesor tenía razón: De Luis demostró que aquella piscina no era legal y, además, la sentencia definitiva le dio la razón porque hubo trapicheos ministeriales. Los jueces dejan ver qué cerca estuvo Medio Ambiente, o algún funcionario suyo, de la prevaricación por practicar el favoritismo y el ocultismo. Lo cierto es que De Luis se entregó a una causa que muchos consideraban perdida y peligrosa. Sin embargo, derrotó a primeras espadas de la influencia política, del derecho y al propio Ministerio. Tiene mérito.