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Contemplo a través de Facebook una de las manifestaciones frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz. Un periodista del diario digital el Plural se acerca micrófono en mano a entrevistar a un señor que no reconozco en primera instancia. Enclenque, desgreñado, abrazando la tercera edad, un tipo cualquiera que está por ahí dando vueltas. Pienso que simplemente es una entrevista al azar sobre el devenir de los acontecimientos, disponer del testimonio in situ de alguien que asiste a aquella congregación de ultras y conservadores en contra de la amnistía. El hombre con evidentes muestras de estar bebido y sus cuatros pelos largos desmelenados comienza a insultar a El Plural tildándolo de basura golpista y, sobre todo, centrando sus iras en el director de dicho medio de comunicación. El periodista, que trata de aplacar los ánimos, le llama Germán, eso entiendo en primera instancia, para seguidamente comprender que no es Germán sino Hermann. Salgo de dudas y entre aquella masa viscosa y dipsómana que representa su rostro descubro los rasgos de Hermann Terstch, diputado del parlamento europeo por Vox, una completa caricatura de lo que es una persona propiciada, tal vez, por las malas compañías. Este tipo de individuos, que han hablado demasiado en su vida, cultos, egocéntricos y sin duda ineptos, se creen siempre en posesión de la verdad tratando de intimidar al que tengan delante con su chocarrería barata y plena de estupidez porque ya no existe ninguna muestra de cultura, ni por supuesto de brillantez, en su deleznable discurso. Aferrándose al micrófono del periodista cual comadreja, trató de ejercer una presión al periodista incitando a los que le rodeaban, pero le fallaba algo que quizás antes no le sucedía: causa más risa que credibilidad y en su estado, el de un anciano, no venerable, con unas copas de más, que se puede confundir con un indigente, su discurso no puede ir más allá de la palabra basura que tanto le gusta usar.