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Mientras avanzan las obras de reforma y ampliación de la zona peatonal del Passeig Marítim de Palma, poco se sabe de un antiguo objetivo de Cort nunca convertido en realidad. Es preciso insistir. Se trataría de habilitar escaleras mecánicas y ascensores en diferentes puntos del paseo para hacer más cómodo y civilizado a los ciudadanos el acceso al interior de la ciudad. No hay que olvidar que el paseo, ganado al mar hace cerca de siete décadas y concebido en origen como una carretera de enlace con el Dique del Oeste, fue construido debajo de un acantilado que acabaría transformado en bloques de pisos. Pero el desnivel, ahora desequilibrio urbano, sigue ahí, sin ser resuelto.

Por fin el Passeig relegará el tráfico rodado a un segundo término. Pero la gente ha de hacer frente a la incomodidad de empinados pasos del siglo pasado. ¿Qué le costaría a Cort instalar una escalera mecánica en el Salt del Ca, junto al hotel Bellver? A la vista y al servicio de todos. Es cierto que hay un ascensor en el interior de los aparcamientos que dan a Marquès de la Sènia, pero escondido, solitario y sombrío. Hay que meterse en una zona de túneles destinada al tránsito de vehículos. Mucha gente no se atreve a utilizarlo o no sabe que existe. También en las degradadas escaleras de s’Aigo Dolça podría ubicarse una solución mecánica. A su vez, los actuales lugares de paso a la remozada Plaza Gomila son insuficientes e indignos para tan emblemático lugar. Cort podría hacer realidad su vieja idea de ubicar un ascensor de conexión. Hay otros sitios donde llevan décadas haciendo tanteos, pero los proyectos acaban en el cajón del olvido. Parece como si el Passeig, dependiente de la Autoritat Portuària, avanzase a un ritmo de crucero mientras Cort se mueve a golpes de remo en patera. Hace falta más esfuerzo conjunto. La Palma del futuro pasa por esta emblemática zona, única en el mundo.