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En un solemnísimo acto que tuvo lugar la pasada semana en Madrid, los máximos dirigentes del PSOE y Sumar, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, respectivamente, rubricaron un acuerdo de gobernabilidad para la legislatura. Nada que no estuviera previsto de antemano. Sin embargo, al menos de momento, poco se sabe de la trascendencia del acuerdo, ya el único que tiene la clave se llama Carles Puigdemont y reside en Waterloo. El funanbulismo político del PSOE roza ya el patetismo con tanta apelación a la discrección, porque desde Junts no cesan los mensajes claros y diáfanos sobre las bases de un acuerdo: amnistía y referéndum de autodeterminación para Catalunya. «Querido Pedro...».

Mientras los ciudadanos siguen ya con desdén y aburrimiento las cabriolas del PSOE para alcanzar la mayoría necesaria que debe revalidar la investidura de Pedro Sánchez por España, el panorama político se ilumina cada vez que aparecen esta especie de pareja de agapornis en las que se han convertido las ministras Ione Belarra e Irene Montero; las últimas víctimas de la killer Yolanda Díaz. Unidas Podemos lleva camino de su laminación, un capítulo más en la reconocida trayectoria de la vicepresidenta segunda del Gobierno en funciones. La soledad de Belarra y Montero será objeto de estudio en el futuro, como también la del equipo fundador de la formación que debía traer aire fresco a las instituciones.

El diputado balear por Sumar Més, Vicenç Vidal, defiende en las redes sociales los compromisos que el acuerdo de gobierno que han firmado PSOE y Sumar tiene para con las Islas, un rosario de exigencias que han incumplido gobiernos de derecha e izquierda durante las últimas décadas; empezando por el nuevo modelo de financiación autonómica. Vidal no debería exhibir tanta inocencia a estas alturas del partido, con admitir la sumisión a la dirección estatal del invento de Sánchez para machacar a Podemos es más que suficiente.

Vox se radicaliza

La dimisión del diputado díscolo en el grupo de Vox en el Parlament balear, José Francisco Cardona, es sólo un elemento más de la progresiva radicalización que el partido de Santiago Abascal tiene en las instituciones de las Islas. El bando vencedor en la crisis de la ultraderecha de las Islas añade más presión todavía al Partido Popular, cuyo juego a dos bandas se aproxima a un punto insostenible. No olviden que apenas han transcurrido los primeros cien días de la legislatura y los conservadores dan la impresión de estar más acorralados que nunca, circunstancia que en ningún caso puede atribuirse a la oposición. La confusión ideológica y el cortoplacismo han metido en el chiquero al PP de Balears, que ahora da la impresión de estar a merced de Vox y sus exigencias lingüísticas contra el catalán. La salida de Cardona descarta para el PP un apoyo interno a su favor en el grupo parlamentario de Vox, una mala noticia para Marga Prohens de la que todavía no se le conoce ninguna reacción para reconducir el problema. ¿Se está a la espera de una hipotética nueva convocatoria de elecciones generales que refuerce al PP y debilite a Vox? Puede ser. La apuesta es arriesgada y de incierto resultado, el tiempo corre en su contra.