TW
0

Es todavía solo un gesto, pero ya no es solo palabra. Es un avance respecto a lo que se solía hacer y a lo que puede acontecer. Lo que ha impresionado a los fotógrafos y periodistas que cubren la información del Sínodo que se está celebrando en la espaciosa sala de las audiencias generales papales, es verla distribuida de otra manera; ya no se contempla un patio de butacas para centenares de fieles y al frente y arriba una silla presidencial, sino un número grande de mesas redondas distribuidas por doquier; la foto de la sala resulta espectacular. Doce personas, de las 364 que participan en la convocatoria con derecho a voto, ocupan cada mesa con la misión de tratar las temáticas elegidas y los testimonios escuchados. Este sistema de mesas redondas tiene tres rasgos: tiene como clave, el diálogo cara a cara abierto entre los participantes; como gramática, el discernimiento a partir de la igualdad común ante el Dios de todos; como método, la exposición razonada que invita al respeto y desalienta la polarización.

Impresiona también la variedad, la del color de la piel de los asistentes y la variedad de su vestimenta, lo cual da fe de la variedad de participantes: hombres y mujeres, clérigos y laicos. Se trata, todo, de un innovador diseño eclesial que puede concebirse, quizá, como profecía de un tiempo nuevo que se avecina.