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Han tenido que transcurrir bastantes semanas para que el presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, admita en público que está negociando el apoyo de las fuerzas independentistas catalanas –Junts y Esquerra Republicana– a su investidura. Queda claro, por tanto, que la amnistía a todos los encausados por el referéndum ilegal del 1-O del 2017 está sobre la mesa y, por supuesto, también la celebración de un referéndum de autodeterminación. Los esfuerzos dialécticos del propio Sánchez y la corte de acólitos que le acompañan para disfrazar la realidad son ya titánicos, el discurso es una retahila de eufemismos que provocan sonrojo; todo para no admitir la realidad pura y dura. La excepción, quizá, sería el exministro socialista Salvador Hilla y actual jefe de los socialistas en Catalunya: La autodeterminación es el límite constitucional, del resto todo se puede hablar.

EN TODA esta formidable ecuación hay un factor que parece olvidar Pedro Sánchez de manera deliberada. Los mensajes que lanzan Carles Puigdemont y Oriol Junqueras son inequívocos con respecto a sus intenciones, empezando por su declarada voluntad de repetir lo ocurrido si no se atienden a sus condiciones y exigir la celebración de una consulta que abra la puerta a la secesión de España sí o sí. En esta ocasión no hay dobleces, nadie puede llevarse a engaño. Tienen a su favor la matemática parlamentaria para la investidura, además del apoyo constante del otro socio indispensable para el PSOE, el de Sumar. La cuqui vicepresidenta Yolanda Díaz no pierde ocasión para apoyar las tesis de los independentistas, en especial «a los que viven fuera». Otra que se ha apuntado al eufemismo para evitar definir como huido de la justicia al expresidente Puigdemont. Así andamos.

LOGRAR EN ESTAS condiciones la investidura garantiza la inestabilidad del Gobierno, sometido a las presiones constantes de los independentistas catalanes y del Partido Nacionalista Vasco. El presidente de esta formación, Andoni Ortuzar, ha dejado claro que no quiere perderse ningún trozo del melón abierto desde Barcelona y Waterloo; y menos con EH Bildu echándole el aliento en el cogote ante los próximos comicios autonómicos. Es probable que el PSOE logre conformar una mayoría en el Congreso para renovar a Sánchez en el cargo, cuestión muy diferente a la solidez de esta operación de la que sólo hay una salida airosa; y no es otra que una nueva llamada a lar urnas. Sólo así podrían quedar legitimadas determinadas decisiones.

Sin oposición

A MEDIDA que transcurre el tiempo resulta cada vez más evidente que la presidenta del Govern, Marga Prohens, trata de marcar un ritmo ágil en la acción política. La estrategia, sin embargo, queda en ocasiones empañada más por la acción de Vox que por la intervención de la oposición; las fuerzas progresistas todavía no se han recuperado de la derrota electoral del pasado 28 de mayo. El PSIB y Més no logran definir su estrategia de desgaste y siguen aferrándose a los tópicos preelectorales, entre otras razones porque todovía no han asumido el nuevo escenario en el que tienen que trabajar. No pueden perder más el tiempo.