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Los hechos acaecidos recientemente en el instituto de Can Pastilla demuestran hasta qué punto la violencia escolar se ha adueñado de las aulas. Rara es la semana en la que no tenemos noticias de este tipo. Desde acoso escolar hasta agresiones a profesores e, incluso, suicidios. Estoy plenamente convencida de que desde el día en el que se quitó la autoridad a los docentes, se inició un deterioro de la convivencia que es la que nos ha traído hasta aquí. Me resulta inconcebible que haya padres que acudan a los centros a agredir a los maestros de sus hijos, así como que familiares de alumnos vayan en manada a golpear a un chaval. Esta es la sociedad que hemos construido, una sociedad sin valores, sin responsabilidad, sin respeto, sin disciplina y sin educación, en la que los niños, los adolescentes y los jóvenes son su más claro ejemplo. Sé que generalizar es injusto, pero la situación requiere de una actuación valiente, de medidas urgentes, entre las que podría estar la prohibición total de los móviles, y de un castigo ejemplar a los adultos.