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Asumir el poder de gobernar implica mantener una ventaja en el juego político. En este juego, la Presidencia rotatoria del Consejo de la UE ejercida por España durante este semestre de 2023, ya no tiene más opción que la de conceder la ventaja del protagonismo político al Gobierno presidido por Sánchez y a su propia imagen internacional. Salga investido o no, a partir del día de la Hispanidad en adelante.

Otra cuestión es el avance que se realice en las cuatro grandes prioridades: reindustrialización de la UE, transición ecológica y protección medioambiental, mayor justicia social y económica, y reforzar la unidad europea. Avance, dado el escenario en la ejecución del poder que se está estableciendo en nuestro país, con la entrega de la amnistía a cambio de un puñado de votos parlamentarios.

Según el reciente sondeo de Euractiv para las elecciones europeas de junio de 2024, el grupo de la derecha ECR tendría un importante avance en la obtención de escaños. Teniendo Vox, dentro de este grupo, un notable protagonismo en este avance. En este sondeo, el EPP (grupo del PP) en primera posición y el S&D (grupo del PSOE) en segunda posición, se mantienen como los grandes grupos en escaños. Además de esto, la relevancia de la extrema derecha en Europa parece tener que ver con la necesidad de que el centro mejore su compromiso político y con la insatisfacción de las clases populares.

Las clases populares podrían entenderse abarcando desde las clases obreras a las acomodadas y desde la ideología de izquierdas a la de derechas. Con dos observaciones más: no todos los partidos de extrema derecha son lo mismo, y éstos suelen moderar sus puntos de vista cuando alcanzan la responsabilidad de gobernar. El ejemplo más claro lo tenemos en la señora Meloni en Italia.

Con este paisaje, en España sucede algo de lo mismo y algo diferente. El PSOE progresa alejándose del centro, el PP se posiciona desde el centro, y Vox se retroalimenta de las insatisfacciones en las clases populares. Y todo ello en torno a la ley de amnistía, el proceso de autodeterminación, y demás concesiones territoriales y económicas al separatismo, saltándose la legalidad y la igualdad.

Feijóo convenció. Ofreció seis pactos de Estado para una sociedad inclusiva; la subida del SMI; el mantenimiento de las medidas del Gobierno para con la inflación; transparencia, agilidad en los fondos europeos; la reforma del Código Penal tipificando como delito la deslealtad constitucional y aumentando las penas por malversación de fondos públicos.

Sin embargo, las intervenciones y las rimas de Puente sobre el silencio de Sánchez, al estilo de Speakers’ Corner en Hyde Park en un domingo por la mañana, ni están a la altura de la Cámara ni tienen rédito político y electoral.

Además, más allá de la anécdota, podrían situarse los síes erróneos de Sancho y de Pujol frente a la disciplina de voto del PSOE y de Junts y en respuesta a la investidura de Feijóo. Y situarse, como caprichos del momento, traiciones del subconsciente, o presagios de la vida misma.