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Algunos siguen empeñados en volver a esa España en la que la caspa, el Nodo, la misa, las queridas, la mujer en casa con la pata quebrada, los toros y la Unidad Nacional eran los valores supremos. Son las y los votantes de un partido cuyos dirigentes están en nuestras instituciones, son incapaces de ponerse un pinganillo para escuchar la pluralidad de lenguas españolas en el congreso, y quieren marear la perdiz cambiando el acento de València o denominando valenciano al catalán, la única lengua propia de Balears, Catalunya, Andorra, el País Valencià, la franja d’Aragó, l’Alguer y la Catalunya Nord, esa que hablan 10 millones de personas en Europa, bien pronto de forma oficial. Las personas inteligentes que hablan una lengua románica como el castellano no suelen tener ningún problema para comprender otra lengua románica cercana. ¿Será un problema de falta de inteligencia o de franquismo?